CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos comenando el pasaje de Gálatas 2,15-21

Cuando Pablo formula esta tesis radical –y blasfema a oídos de los judíos- “Nadie se salva por guardar la ley de Moisés, sino por la fe en Cristo”, está pensando en un adulto tanto judío como pagano, y supone que por mucho que este individuo intente observar las obras prescritas por la ley de Moisés, comenzando por la circuncisión y de ahí las otras normas, Dios jamás lo declarará justo si antes no cree en el valor del sacrificio expiatorio de la muerte de Jesús en la cruz.

Por tanto, la “justificación” se consigue por la fe, no por intentar “hacer las obras” de la Ley.

Ahora bien, una vez que el hombre está “justificado”, es decir salvado, –ciertamente por gracia divina, pues llegar a esa fe supone una “llamada” graciosa de Dios—, entonces tendrá que realizar obras buenas conforme a su fe (contrástese con Sant 2,14-26).

Entonces pueden darse dos casos:

• Si es un cristiano convertido desde el judaísmo, las obras buenas de su vida podrán ser las mismas que antes: atenerse al cumplimiento de la ley mosaica (con todos sus preceptos respecto a la circuncisión, leyes sobre pureza y sobre los alimentos, etc.), es decir lo mismo que antes de bautizarse como cristiano. Pero, en teoría, si no quisiera cumplir la ley ritual de Moisés (por ejemplo, comiendo con los paganos convertidos, incircuncisos, con lo que en teoría quedaría impuro), se salvaría igualmente.

• Si el que se convierte al cristianismo procede del paganismo, no está obligado a cumplir los preceptos específicos de la ley de Moisés, sino los que le dicta la conciencia y la razón natural: la ley natural, que en lo fundamental coincide con el Decálogo. En el resto, observará lo que le recomiende la Iglesia. Y desde luego nada de circuncidarse o de observar las fiestas estrictamente judías o las normas respecto a los alimentos.

Es preciso insistir en que, según Pablo, es necesario –en la vida posterior a la justificación por la fe — seguir realizando obras buenas. Esta insistencia vale para evitar malentendidos sobre la doctrina del Apóstol, malentendidos que de hecho comenzaron a darse ya en la Iglesia primitiva (había algunos creyentes libertinos que tenían mucha fe, pero que se entregaban a la vez a los placeres ilícitos del cuerpo).

Según el Pablo de Gálatas y Romanos, el ser humano “justificado por la fe” no puede pecar a su gusto con tal de preocuparse a la vez de mantener la fe, ya que sabe que sólo la fe “justifica”.

Actuar así sería entender mal a Pablo. Si alguien proclamara “tengo mucha fe y por tanto cometo los pecados que quiero, ya que mi fe, cada vez más fuerte es la que me salva” (pecca fortiter, sed crede fortius: "peca fuerte, pero cree con más fuerza"), ofendería a Pablo y no habría entendido nada.

La verdadera teología del Apóstol se resumiría del siguiente modo:

“El hombre se salva por la fe, cierto, pero tiene que practicar las obras que le exige esa fe; tras ser salvado por la fe será juzgado por Dios al final de su vida por sus obras”.

Este tema, tan importante, será vuelto a tratar en la Carta a los romanos.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

…………….…………………

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” trato del siguiente tema:

“¿Es auténtico el dicho de Jesús recogido en Mt 11,2-6?”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo


Viernes, 3 de Abril 2009
Campos en la investigación sobre los HchAp
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

El aspecto doctrinal en los HchAp

Ha sido también causa de encendidas polémicas. Ya hemos mencionado en otro lugar las posturas clásicas de R. A. Lipsius y de C. Schmidt. Para Lipsius los HchAp son obras de origen gnóstico, y ofrecen una interpretación gnóstica del cristianismo de la época. Si tienen pasajes ortodoxos, ello es debido a ulteriores reelaboraciones. Para Schmidt, Harnack y otros, la realidad sería justamente la contraria. Es decir, las obras, de origen “católico”, recibieron retoques y añadidos de manos gnósticas. Los herejes tratarían así de dar autoridad apostólica a sus teorías y garantizar su expansión.

Una cosa, sin embargo, está clara. Los testimonios de varios Padres y autores eclesiásticos dan por cierto el carácter heterodoxo de los HchAp, si exceptuamos los Hechos Apócrifos de Pablo (HchPl). En el origen de este juicio puede haber influido no sólo el contenido de estos libros, sino también el hecho de que gozaron de cierta aceptación entre los herejes. Sobre este aspecto puede verse el artículo de E. Junod, “Actes Apocryphes et hérésie: Le jugement de Photius” en la obra de F. Bovon publicada en Ginebra en 1981 sobre los Hechos Apócrifos.

Este juicio negativo es una constante entre los escritores eclesiásticos. Agustín, en su alegato contra el maniqueo Fausto, subrayaba el hecho de que “los maniqueos leen las escrituras apócrifas, compuestas bajo el nombre de los apóstoles (Migne PL 42,452). Filastrio de Brescia afirmaba que los herejes añadían e introducían muchas cosas en los apócrifos. Tales herejes, identificados como maniqueos, conocían y utilizaban los HchAnd, HchJn, HchPe y HchPl. Además los modificaban según sus particulares intereses (Libro de las diversas herejías, en CSEL, vol. 38, pp.47-48). Toribio de Astorga den su carta a Idacio y Ceponio (s. 445) sobre la obligación de no recibir como autoridad de fe las escrituras apócrifas, dice que los HchTom deben ser execrados porque, según su texto, Tomás bautizaba solamente con aceite. Luego cita los HchAnd, HchJn, HchTom “y otros semejantes”. Según Toribio, los herejes los usan para propagar sus doctrinas. Y para ello, no han tenido reparo en introducir tanto ideas como expresiones (cf. Migne, PL 54,693-695).

Las ideas de Toribio recibieron pleno respaldo en la carta que le escribió el papa León I. Según el papa, las escrituras apócrifas, que circulan bajo el nombre de los apóstoles, están plagadas de errores. Por ello, no sólo deben prohibirse, sino que se las debe eliminar y arrojar al fuego (PL 54,688). Era la reiteración de una condena hecha ya por Inocencio I en carta a Exuperio de Tolosa (PL 20,502). No es preciso insistir en que estas solemnes condenas son causa definitiva del rechazo oficial de los HchAp y de la desaparición de muchos de sus textos originales.

En el mundo griego es Eusebio quien en su Historia de la Iglesia (H. E.) hacía su famosa distinción de los libros del Nuevo Testamento en “reconocidos, rechazados y dudosos”. Entre éstos dudosos o adulterados incluye los HchPl, mientras que los HchAnd, los HchJn y los de otros apóstoles deben ser rechazados como una “invención de los herejes” (Eusebio, H. E., III 25).

De los HchAnd, los HchJn y los HchTom decía Epifanio de Salamina (†403) que son leídos y usados por los herejes (Haer. 47,1). Y ése era el título de la obra de Anfiloquio de Iconio, citada en el concilio II de Nicea (787): “Sobre los pseudepígrafos escritos por los herejes”. Y afirma que aunque lleven el epígrafe de los apóstoles, son realmente composiciones de los demonios.

Los fragmentos de los viajes apócrifos de los apóstoles recogidos por el concilio y que motivan su solemne condena, son los del cuadro (HchJn 27-28), el pasaje doceta sobre el cuerpo de Jesús con el principio del Himno de la Danza (HchJn 93-95). y el de la cruz luminosa (HchJn 97-98). Estos dos últimos fragmentos pertenecen al bloque gnóstico, ajeno en su origen al resto de los HchJn conservados.

Que los HchAp eran usados por los herejes, queda patente por el Salterio Maniqueo, descubierto en Efgipto el año 1930, cuyo texto copto fue publicado por C. R. C. Alberry en el año 1938 (A Manichean Psalm-Book, Part II, Stuttgart, 1938). De origen posiblemente siríaco, fue traducido al griego y del griego al copto. El papiro copto es del siglo IV, por lo que su composición puede muy bien situarse hacia finales del siglo III. (Continuaremos otro día).

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro









Jueves, 2 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Comentamos hoy el siguiente pasaje: 2,11-14:


« Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. 12 Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos.

13 Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos. 14 Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?» »


Aclaración:


Estos cuatro argumentos reciben una confirmación a modo de anécdota: la discusión entre Pedro y Pablo. El primero acostumbraba a comer con los gentiles. Ello significaba que Pedro no tenía en cuenta la Ley a este respecto (es decir, había aceptado la tesis de Pablo), pues según la interpretación común de los otros judíos convertidos los paganos convertidos al judeocristianismo seguían siendo impuros ritualmente, pues no se habían circuncidado. El que comiera con ellos se transformaba automáticamente en impuro. Si fuera a Jerusalén, la Templo, no podría entrar en él.

De repente, aparecen en escena en Antioquía judeocristianos rigoristas de Jerusalén (que exigen a los gentiles que observen toda la Ley). Pedro dejó entonces de comer con los gentiles convertidos al judeocristianismo. Es decir, simuló aceptar de nuevo que la ley de Moisés seguía siendo necesaria para salvarse.

Pablo se enfadó por este acambio de actitud. Entonces afeó a Pedro el cambio: primero le dio la razón a Pablo y luego se la quitó con su actitud. Ésta supone aceptar implícitamente que los rigoristas de Jerusalén tienen razón: los gentiles convertidos deben también cumplir la Ley en cuestiones de normas alimentarias. Y si esto es así, todo el concepto del evangelio de Pablo se viene abajo. Por eso se enfada con Pedro.


2,15-21:

« 15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo, 16 conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado.

17 Ahora bien, si buscando nuestra justificación en Cristo, resulta que también nosotros somos pecadores, ¿estará Cristo al servicio del pecado? ¡De ningún modo! 18 Pues si vuelvo a edificar lo que una vez destruí, a mí mismo me declaro transgresor.

19 En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: 20 y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano. »


Aclaración:


Al hilo de esta anécdota el Apóstol expresa su tesis respecto a la salvación (¡que es lo único que importa!) de una manera contundente y rotunda: nadie se salva por guardar la Ley, sino por la fe en Cristo, y en concreto por el valor salvífico de su muerte en la cruz.

Esta afirmación la repetirá varias veces, en 3,6-9.11.14. Técnicamente se denomina a este aserto “doctrina de la justificación (del hombre) por la fe”.

Según el conjunto de esta epístola y la dirigida a los romanos, la “justificación por la fe” quiere decir lo siguiente:

• El ser humano está por su nacimiento y por su misma condición inmerso en el pecado, en enemistad con Dios.

• De esta situación no puede zafarse de ningún modo por sus propias fuerzas.

• Situado este hombre delante del tribunal divino, no será absuelto (“justificado”) por mucho que se haya empeñado o se empeñe en cumplir las “obras” de la ley de Moisés.

• Dios sólo lo absolverá (“lo declarará justificado o justo”) cuando haga un acto de fe en lo que significa la vida de Cristo, en lo que Dios ha hecho por medio de la muerte y resurrección de su Hijo… en que esa muerte es un sacrifico redentor por toda la humanidad, judíos y paganos, y reciba el bautismo que confirme esa fe.


Seguiremos con este tema candente que es el núcleo de la teología de Pablo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com


…………….…………………

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“La plegaria de las emanaciones, maniquea”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo


Miércoles, 1 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Para entender lo que sigue sobre el llamado “concilio de Jerusalén” téngase en cuenta el pasaje de Gálatas 2,1-10 que volvemos a transcribir:


« Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. 2 Subí movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles - tomando aparte a los notables - para saber si corría o había corrido en vano. 3 Pues bien, ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse. 4 Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud, 5 a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros la verdad del Evangelio... 6 Y de parte de los que eran tenidos por notables - ¡qué me importa lo que fuesen!: en Dios no hay acepción de personas - en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron.

7 Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, 8 - pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles - 9 y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; 10 sólo que nosotros debíamos tener presentes a los pobres, cosa que he procurado cumplir con todo esmero. »

Aclaración:


En este "concilio" se dilucidaba, pues, nada meno si los paganso, convertidos por Pablo a la fe de Jesús, tenían que circuncidarse -es decir, hacerse judíos por completo- si deseaban salvarse, o por el contrario les bastaba simplemente con tener fe en que Jesús era el mesías y que sus sacrificio en cruz suponía la salvación para el que se convertía.

Pablo da menos detalles de este “concilio” que el relato paralelo de Hechos de los apóstoles en el capítulo 15 (al final del comentario tendremos ocasión de ver un cuadro de diferencias) y cuenta que este episodio de Jerusalén ocurrió así:

• En la ciudad se celebró una especie de reunión solemne de creyentes en Jesús (la misma que describe Hch 15, aunque con detalles divergentes). Por un lado estaban Santiago, el “hermano del Señor”, Cefas ( = Pedro) y Juan, hijo del Zebedeo, las consideradas “columnas de la Iglesia”. Por otro, los representantes de la iglesia de Antioquía ( = Pablo y Bernabé) que representaban a los paganos convertidos a la fe de Jesús.

Se llegó a un acuerdo:

• Los jefes o notables (literalmente las “columnas”: 2,9) de la Iglesia no modificaron su “evangelio” (“Nada nuevo me impusieron”: 2,6).

• Se admitió que la autoridad de Pedro y la de Pablo eran iguales; pero cada uno en su campo de trabajo (2,8).

• Las “columnas” de la Iglesia estrecharon su mano y “reconocieron la gracia a él concedida” (2,9): aprobaron que predicara a los gentiles con las condiciones de libertad por él propuestas frente a las exigencias de la ley de Moisés (2,8-10).

• El que los paganos no tuvieran obligación ninguna de circuncidarse se ejemplificó con el caso de su discípulo Tito, que era griego (2,3), que no fue obligado a someterse a la circuncisión.

• Parece ser por el contrario que en el caso de Timoteo, de madre judía, transigió el Apóstol y lo hizo circuncidar aunque de mala gana, achacando este hecho a la presión sobre él de hermanos en la fe, que en realidad eran “falsos hermanos” (2,4-5, texto oscuro que puede referirse a lo que complementa Hch 16,3 y 1 Cor 9,20).

Estos hermanos falsos eran probablemente una facción radical de Jerusalén que en el fondo no estaban de acuerdo con el pacto. Probablemente estaban liderados por el que aparentemente lo había firmado, Santiago, el “hermano del Señor”.

Luego veremos en la Carta a los Romanos cómo Pablo parece admitir sin dificultad, finalmente, la posibilidad de que los cristianos procedentes del judaísmo sigan guardando la Ley…, pero de ningún modo será ésta obligatoria para los cristianos que proceden del paganismo.

Así queda redondeado el argumento completo: el apostolado de Pablo no sólo no depende de la Iglesia de Jerusalén (hombres al fin y al cabo), sino que el consiguió allí que los jefes aceptaran su modo de entender el evangelio; éste es correcto respecto a no exigir a los gentiles convertidos ni la circuncisión ni la observancia de otras partes de la Ley.

Hoy día estamos ya muy acostumbrados a esta conclusión, pero en su momento era una radical novedad. Los gentiles la saludaron con gozo, pero para los judíos y muchos judeocristianos era una verdadera blasfemia que merecía la muerte: ¡negar la validez de la ley de Moisés...!


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

…………….…………………

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” trato del siguiente tema:

“La imagen de Jesús al comienzo de la vida pública”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo

Martes, 31 de Marzo 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Terminamos el comentario a 1,6-10

Pablo replica con fuerza a los nuevos predicadores en Galacia: no hay ningún otro "evangelio" distinto al suyo. Los que exigían que -para ser verdaderos cristianos- además de creer en Jesús mesías, como había proclamado Pablo— tenían la obligación de cumplir la ley entera de Moisés estaban profundamente equivocados. No entendían el nuevo plan de salvación divino.

Acepta Pablo que entender a Cristo es una nueva interpretación de su misión y figura. Pero el único Cristo verdadero es el que él predicó, como siervo de él… y de nadie más. Como tal proclamó la "buena nueva", el evangelio verdadero sobre Jesús.

Pablo sostiene que depende sólo de Jesús, y no de hombre alguno al que tuviera que complacer con sus doctrinas (1,10). Y luego lanza una maldición: el anatema (maldición) caerá sobre quien predique una interpretación de Cristo distinta a la suya e introduzca nuevas obligaciones necesarias para ser cristiano, obligaciones que él nunca anunció.

Así pues, en este momento Pablo no da razones, sino que amenaza. En el v. 9 afirma: “Ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!”. Esto significa, ni más ni menos, “¡Que Dios lo mate!”.


1,11—2,21 (el pasaje lo citaremos enseguida, dividido en secciones)

En esta sección el Apóstol comienza una defensa más pormenorizada del contenido de su “evangelio”. Pablo concibe su epístola como si estuviera sometido a un juicio sumario en el que los nuevos misioneros serán los acusadores y él, el acusado, su propio abogado defensor. La carta, por tanto, escrita con esta perspectiva, es un ejemplo de retórica judicial o “forense”.

A partir de este momento Pablo amplía con datos biográficos el argumento ya comenzado en 1,1:

· El es un verdadero apóstol,

· Elegido directamente por Dios,

· Que predica sin ninguna intención de agradar humanamente a las personas, sino de expandir la verdad y cumplir una misión divina.

Este primer desarrollo consiste en argumentos de tipo personal, y son cuatro:

Primero: 1,11-16:

« Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, 12 pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. 13 Pues ya estáis enterados de mi conducta anterior en el Judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, 14 y cómo sobrepasaba en el Judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres. 15 Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien 16 revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre, »

Esto significa que él, Pablo, era quizás el tipo menos apropiado para ser un apóstol, pues era un perseguidor de la Iglesia. Pero Dios Padre escoge a quien menos se piensa: lo eligió precisamente a él y lo llamó para ser su mensajero. Por tanto, su evangelio, su mensaje, procede de una revelación divina, no de hombre alguno. Al ser divino, tiene fuerza absoluta: es obra del Espíritu santo.


Segundo: 1,17-20:


« Sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco. 18 Luego, de allí a tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas y permanecí quince días en su compañía. 19 Y no vi a ningún otro apóstol, y sí a Santiago, el hermano del Señor. 20 Y en lo que os escribo, Dios me es testigo de que no miento.  »

La revelación recibida es tan claramente divina que Pablo no confrontó con personajes importantes de la Iglesia de Jerusalén, la comunidad madre, el contenido de esa revelación. No fue en seguida a la capital de Judea a ver a los apóstoles más destacados, Pedro y Santiago, el hermano del Señor… para recibir su aprobación…, ¡sino después de más de dos años!

Tercero: 1,21-24:

« Luego me fui a las regiones de Siria y Cilicia; 22 pero personalmente no me conocían las Iglesias de Judea que están en Cristo. 23 Solamente habían oído decir: «El que antes nos perseguía ahora anuncia la buena nueva de la fe que entonces quería destruir». 24 Y glorificaban a Dios a causa de mí. »

Este argumento es confirmación del anterior. Posteriormente pasó Pablo bastante tiempo sin contacto con la “superioridad” cristiana, misionando por su cuenta en las regiones de Siria y Cilicia. En Judea se conocían sus éxitos misioneros, pero él no aparecía por allí.


Cuarto: 2,1-10:


« Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. 2 Subí movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles - tomando aparte a los notables - para saber si corría o había corrido en vano. 3 Pues bien, ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse.

4 Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud, 5 a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros la verdad del Evangelio... 6 Y de parte de los que eran tenidos por notables - ¡qué me importa lo que fuesen!: en Dios no hay acepción de personas - en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron.

7 Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, 8 - pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles - 9 y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; 10 sólo que nosotros debíamos tener presentes a los pobres, cosa que he procurado cumplir con todo esmero. »

Esta independencia de los jefes de la Iglesia residentes en Jerusalén -argumenta Pablo- no significa que el “evangelio” de Pablo esté contra ellos. Todo lo contrario: al cabo de casi catorce años de apostolado independiente sube a la ciudad santa, movido por una revelación (2,2), para intentar que su modo de predicar y entender el evangelio sea aprobado por la iglesia madre, la de los primeros apóstoles.

Fue a proponer un pacto: las diferencias de interpretación del Evangelio podían hablarse y llegar a aun acuerdo. De este modo, quita Pablo indirectamente la razón a sus adversarios: no tienen derecho éstos a apoyarse en una interpretación del cristianismo propia de Jerusalén, ya que los jefes de esta Iglesia han aprobado la suya justo en los puntos clave de fricción.

Éstos son:

1. La circuncisión no es ya necesaria para los convertidos desde el paganismo.

2. Los nuevos conversos que procedan del paganismo no necesitan cumplir la ley de Moisés al completo. Dicho de otro modo: Pablo afirma que la ley mosaica ha de dejado de ser el camino universal, único y obligatorio, para salvarse (2,1-10).


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com


…………….…………………

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata el siguiente tema:

“Los apóstoles, coprotagonistas del Nuevo Testamento”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo




Lunes, 30 de Marzo 2009



Hoy escribe Gonzalo DEL CERRO

Muchos Padre de la Iglesia y escritores eclesiásticos se esforzaron por demostrar las coincidencias entre la doctrina cristiana y la cultura pagana. Admitido y reconocido el prestigio de la filosofía griega, los autores cristianos quieren conseguir que su filosofía participe con título de propiedad del mismo prestigio. Así se explican obras como la Preparación Evangélica de Eusebio de Cesarea (s. IV). El pensamiento filosófico pagano es considerado como una cierta preparación del cristianismo. En esa obra tan significativa aborda Eusebio la doctrina bíblica sobre la divinidad para contrastarla con la teología de Plutarco de Queronea (46-120).


Trata Eusebio de la divinidad con referencias a determinados textos bíblicos. Menciona concretamente fragmentos de Malaquías (3, 6), del Salterio (Sal 102, 28) y del Éxodo (3, 14). Para Eusebio es evidente que la doctrina de estos textos está reflejada en el pensamiento de Plutarco. Los textos de Malaquías y del Salmo tratan de conceptos un tanto abstractos, como son la eternidad y la unidad de Dios, también considerados por el queronense. El texto del Éxodo es más concreto y puntual en su coincidencia con Plutarco.

Entre la variada temática de su obra, encontramos un grupo designado con el epígrafe de “Diálogos Píticos”. Tanto el marco como el contenido señalan el santuario de Apolo en Delfos, en el que Plutarco desempeñaba funciones sacerdotales. Entre sus inquietudes intelectuales no era la menor su inquietud religiosa. Su reflexión espiritual más profunda y meditada aparece expuesta en su diálogo Sobre la E de Delfos. En esta obra vierte el autor su devoción por el dios del santuario y traza los perfiles, definitivos quizá, de su teología. Como Plutarco escribió este diálogo a la edad de setenta años, no es fácil que su actitud mental evolucionara ya demasiado.

Apolo, el dios filósofo, resuelve problemas y estimula el pensamiento filosófico de sus devotos con enigmas e interrogantes. Uno de ellos, el de la E consagrada. Los actores del diálogo hablan sentados alrededor de su maestro Ammonio. Ante sus ojos tienen ese hieròn théama (visión sagrada), la misteriosa épsilon que aparece ante las columnas del templo en las monedas de Delfos y que va a ser el objeto de la tertulia.

Para Lampras, el primero de los tertulianos, la E alude al número de sabios de Grecia, que son cinco, excluidos los tiranos Cleóbulo de Lindos y Periandro de Corinto. Un segundo interlocutor anónimo opina que la E es la segunda de las vocales, como el sol, símbolo de Apolo, es el segundo de los planetas. El tercero, Nicandro, piensa que la E es la partícula interrogativa empleada en las consultas dirigidas al dios. Teón, el cuarto, la interpreta como la conjunción condicional indispensable en la dialéctica; Apolo era el dios dialektikótatos (el más dialéctico). El ateniense Éustrofo subraya en fin la importancia del número cinco, representado por el valor numérico de la E.

Estas interpretaciones tienen apenas el carácter de anécdotas frente a la intervención estelar de Ammonio, verdadera joya del diálogo. Eusebio recoge en su cita pròs léxin (textualmente), dice, la parte nuclear de la intervención de Ammonio (391 e - 393 b). La E misteriosa no es nada de lo apuntado por sus interlocutores. En su grafía esconde la segunda persona del singular del presente de indicativo del verbo eimí (ser). Y es la respuesta del peregrino al saludo de Apolo materializado por la inscripción principal del santuario: Gnôthi seautón (conócete a ti mismo), una inscripción que Platón interpreta como sucedáneo del acostumbrado khaîre (alégrate), habitual todavía en el griego moderno. El peregrino responde al saludo con un acto de fe en la trascendencia del dios diciendo: E (EÎ: ERES, EXISTES).

Pero Ammonio no se detiene en el simple significado de la E, sino que hace una exégesis de su contenido. Detrás de ese denso monosílabo se esconden tres cualidades de la divinidad: aídion, agéneton, áftharton (392 e: eterno, ingénito, incorruptible). Otros tres epítetos definen el contenido semántico de la eternidad: akíneton, ákhronon, anénkliton (393 a: inmóvil, atemporal, inflexible). Frente a la proclamada existencia de Dios, “verdadera, exacta y exclusiva” (392 a), el ser humano, más que realidad, es pura apariencia (phásma). Uso aquí la mayúscula en Dios porque las apreciaciones de Plutarco trascienden los límites del dios de Delfos.

Podríamos rastrear estos conceptos a lo largo de los textos bíblicos. Pero para nuestra pretensión basta recordar los textos que Eusebio contrapone a las reflexiones de Plutarco. En Malaquías 3, 6 leemos: “Yo soy el Señor vuestro Dios y no he cambiado”. El salmo 102, 28 dice: “Tú eres siempre el mismo y tus años no disminuyen”. El hebreo con su inmediatez condensa todas las partículas privativas que Plutarco emplea para definir la divinidad y explicar su concepto de eternidad.

“SOY el que SOY”, proclama el Dios bíblico. “ERES”, interpela el peregrino al dios délfico. “ES” acaba cristalizado como el nombre de Yahvé. Según Ammonio, la E predica la existencia eterna (dià pantós) de Dios. El hombre “no participa en realidad de la existencia” (392 b). SOY es un nombre eterno, dice el texto del Éxodo (3, 15). Es el presente sin un “antes” ni un “después”, un “ahora” indefectible, expresión plástica de la eternidad del ser que tiene la existencia como cualidad propia y exclusiva (392 a).

En la traducción de M. García Valdés, la interpretación que Ammonio hace de la E es “una perfecta interpelación y saludo al dios, que lleva al que la pronuncia, al mismo tiempo que la dice, al conocimiento de la esencia de dios” (Plutarco. Obras Morales y de Costumbres, Madrid, Akal, 1987, p. 157).

También la exégesis de Filón concluye de este modo: “Dice Dios: Yo soy el que soy, para que aprendan la diferencia entre lo que es y lo que no es. Así sabrán que no se debe usar nombre alguno para mí, a quien es natural en exclusiva el existir”.

No es extraño, pues, que los filósofos y los teólogos escolásticos recurran al pasaje del Éxodo para explicar la naturaleza divina como “ens a se” (“ente [que susbsiste] por sí mismo), aunque este concepto metafísico sea totalmente extraño a la mentalidad hebrea de aquella época.

Saludos de Gonzalo DEL CERRO´

…………….…………………

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” trato del siguiente tema:

“La recreación de los orígenes del cristianismo”Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo



Domingo, 29 de Marzo 2009

Hoy escribe Antonio Piñero


1,1-5: Prescripto:

1 Pablo, apóstol, no de parte de los hombres ni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos, 2 y todos los hermanos que conmigo están, a las Iglesias de Galacia. 3 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, 4 que se entregó a sí mismo por nuestros pecados, para librarnos de este mundo perverso, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


El comienzo del escrito es duro y seco. No hay una introducción como en la epístola anterior (1 Tes), ni la acostumbrada acción de gracias por el buen estado de la comunidad, lo cual es una señal de terrible enfado.

Inmediatamente después de su simple nombre como remitente, Pablo (sin mencionar corremitente ninguno, como en otras cartas) formula ya una primera respuesta a un argumento que seguramente enarbolaban sus oponentes: “Él no era un apóstol de verdad, sino un mequetrefe; el origen de su apostolado era falso, no divino, sino humano”.

Pablo replica: soy un apóstol de verdad; mi vocación no dependió de hombre alguno, sino que me vino directamente de Dios Padre y de Jesucristo.

Nótese en esta rçeplica el tono “subordinacionista” de la expresión. El subordinacionismo, doctrina muy similar al “monarquianismo”, es aquella que insiste en la subordinación del Hijo, en esencia y poder, al Padre. Será la base de la concepción de la Trinidad en Orígenes, y más tarde en el arrianismo. Hoy dçia estça condenada por la Iglesia, pero en tiempos de Pablo no se había afinado aún la teología y todos eran en la práctica subordinacionistas.

Comentamos algunso versículos del texto arriba citado:

1,1: Es el reflejo de una teología/cristología muy primitiva: Jesús, aunque sentado a la derecha de Dios, no es propiamente el autor de su propia resurrección. El sujeto activo de ella es Dios Padre.

1,3-4: La distinción entre Padre e Hijo es clara, pero no hay formulación alguna de doctrina concreta sobre la Trinidad. ¿Cómo se entiende la relación entre Padre e Hijo? Igual que en el v. 1, con un tono claramente subordinacionista.La teología de la Trinidad está aún por hacer.

1,5: Hace alusión esta fórmula a la creencia judía de la existencia de una “liturgia celestial o angélica" paralela a la terrestre. Más bienn ésta última es como una copia de la angélica. Está muy presente, por ejemplo, esta idea en la literatura de Qumrán (“Palabras de las Luminarias o Luceros” y sobre todo los “Cantos para el sacrifico sabático” = 4Q303, col. I, 30, p. 438 edic. de F. García Martínez: “Alabad al Dios de las alturas vosotros los excelsos entre los divinos del conocimiento…, etc.”.

También entre los apócrifos del Antiguo Testamento hay constancia de la creencia de este tipo de liturgia celestial:

« Cuando los ángeles servidores dicen “Santo”, todas las columnas de los cielos y sus bases se tambalean, las puertas de los palacios del firmamento de Arabat tiemblan 3 Henoc 37. 38 »

Igualmente quedan restos de esta creencia en el apócrifo llamado la Ascensión de Isaías 9,24-41. Así cuando los hombres dicen “a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” están repitiendo lo que los ángeles cantan en el cielo todos los días.

1,6-10:

Me maravillo de que abandonando al que os llamó por la gracia de Cristo, os paséis tan pronto a otro evangelio 7 - no que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren deformar el Evangelio de Cristo -. 8 Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! 9 Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema! 10 Porque ¿busco yo ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O es que intento agradar a los hombres? Si todavía tratara de agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo.

El Apóstol se desahoga aludiendo brevemente a lo ocurrido: los gálatas se han pasado a otro evangelio. El lector supone inmediatamente lo que ocurrió: habían venido otros misioneros y habían seducido a los gálatas atrayéndolos hacia una nueva interpretación de Cristo. Afirmaban que la interpretación paulina, su “evangelio”, era cuanto menos incompleta.

Más tarde caracterizaremos con mayor precisión cuál era la doctrina de estos nuevos predicadores (la carta no lo hace ahora).

Baste por el momento con saber que eran judíos, es decir judeocristianos, y que habían intentado con éxito convencer a los gálatas de algo opuesto al pensamiento paulino: para ser verdaderos cristianos además de creer en Jesús mesías y ser salvados por él –como había proclamado Pablo— tenían la obligación de cumplir la ley entera de Moisés. Así, los antiguos paganos tenían que circuncidarse, observar las normas sobre los alimentos, guardar las fiestas judías, etc.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

…………….…………………

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” trato del siguiente tema:

“La reflexión sobre los orígenes del cristianismo”
Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo



Sábado, 28 de Marzo 2009



Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con nuestra iniciación a la lectura de la Epístola a los gálatas de Pablo de Tarso.

2. Los gálatas eran celtas (ambos nombres son lo mismo, con una variante de pronunciación = variante “kel/kal” y de ahí “gal” = galos y gálatas), oriundos de las Galias, que habían emigrado de allí en el siglo IV a.C., acuciados por el hambre, y se habían asentado primero en los Balcanes y luego en el centro-norte de Asia Menor, la actual Turquía (Ancira = Ankara era su capital) hacia el 280 a.C.

Cuando Pablo visita la región en donde habitan estos antiguos emigrantes, más de 300 años después, encuentra a unos gálatas totalmente helenizados y que hablaban griego. Esta región de Galacia, junta con otras zonas de Asia Menor -cada una con su propio nombre, y que albergaban etnias distintas a veces con lenguajes distintos- como Pisidia, Licaonia, Frigia, Paflagonia, etc. formaban desde el 25 a.C., fecha de la muerte de su último rey, una provincia romana.

Dado que esta provincia estaba formaba por pueblos tan diversos, los investigadores han discutido desde hace siglos si la Carta a los gálatas iba dirigida:

· A gentes de este pueblo en concreto, los gálatas estrictos, y sólo a ellos (que residían en el norte de la provincia),

· O bien al conjunto de habitantes que formaban el sur de esa provincia romana (pisidios, licaonios, paflagonios, etc., como dijimos hace un momento).

En efecto la duda puede surgir porque Pablo había estado en Pisidia en su primer viaje misionero, según los Hechos de los apóstoles 13,13-14 (“Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de panfilia […]Ellos, tras pasar por Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia…”).

La discusión no se ha acabado todavía, pero lo más probable es que la carta fuera dirigida a los gálatas estrictos, no a los habitantes de la provincia en general, sobre todo porque es muy difícil de creer que Pablo pudiera increpar a sus lectores pisidios o licaonios, etc. con la expresión “¡Oh insensatos gálatas”! (3,1). De haberlo hecho, no habría sido entendido y los otros habitantes de la provincia romana, de etnia distinta, se habrían sentido ofendidos..

De cualquier modo la determinación exacta de los destinatarios (si estaban en el norte o en el sur de la provincia de Galacia) tiene poca o ninguna trascendencia para comprender el conteendio teológico de la carta en sí.

Por el contrario y como veremos, sí reviste importancia caracterizar con cierta exactitud quiénes eran esos adversarios de Pablo que habían provocado la “traición” de sus antiguos convertidos. Respecto a las cartas en general debe decirse que formarse una idea del pensamiento de los adversarios del Apóstol ayuda mucho para entender cómo éste argumenta en su defensa.


3. Contenido de la carta

La Carta a los gálatas está escrita con pasión y cargada de emociones. Esto se refleja en su estilo vehemente, a veces incluso en los insultos, o frases duras que utiliza Pablo. Pero la argumentación es clara por lo general y está bien construida…, dentro del retorcimiento inevitable de una argumentación oral que se dicta a un secretario o copista.

Algunas de las razones que en ella esgrime Pablo son tan atrevidas y aparentemente tan blasfemas o insultantes para oídos judíos ortodoxos, que no es de extrañar el odio contra el Apóstol de ciertos sectores del judaísmo antiguo e incluso de cristianos mismos de tendencias projudías. Este odio se refleja por ejemplo en la denominada literatura Pseudo Clementina, o Novela de Clemente, en la que la profecía falsa o “femenina” se encarna en parte, para los tiempos del Nuevo Testamento, en la figura de Pablo.

Seguiremos en la próxima nota con la aclaración –como hicimos con 1 Tesalonicenses- o bien de un bloque de versículos, o bien, cuando el caso lo requiera, uno por uno.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

…………….…………………

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” trato del siguiente tema:

“Relevancia social y eclesial de los estudios sobre orígenes del cristianismo”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo

Viernes, 27 de Marzo 2009
Los textos de los Hechos Apócrifos y sus limitaciones (II)
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Texto de los HchJn

Lo que decíamos sobre varios HchAp podemos decirlo también de los Hechos de Juan (HchJn). El orden de la edición de Bonnet ha sido modificado sustancialmente en virtud del contenido, que delata la existencia de varias lagunas. En el orden presunto de los acontecimientos, podemos advertir la siguiente estructura de la obra. Una primera parte abunda en viajes o correrías apostólicas diversas (Mileto, Éfeso, Esmirna, Laodicea). Después el apóstol regresa a Éfeso (HchJn 62), en donde predica, hace milagros y muere (HchJn 62-86.106-115).

Pero los cortes en el relato, las interrupciones e incoherencias obligan a aceptar la existencia de lagunas. La primera de ellas es la que precede al principio actual del texto considerado como original (HchJn 18). El texto perdido podría contener la escena del reparto de tierras para la evangelización, como en los Hechos de Juan de Prócoro, el viaje desde Jerusalén y, por lo menos, una estancia en Mileto.

Una segunda laguna suele situarse en HchJn 37,1. Toda la escena de la curación de las ancianas, que tiene un desarrollo prolijo y lleno de detalles nimios, termina con una frase de carácter genérico: “Y habiendo dicho Juan estas cosas, curó con el poder de Dios todas las enfermedades”. Estas palabras podrían ser perfectamente un añadido para paliar una interrupción demasiado brusca. Luego, cuando prosigue el relato, han cambiado muchas cosas. Andrónico, persona importante en Éfeso, que tenía al principio una actitud hostil contra Juan (HchJn 31,2), es ya en HchJn 37 su discípulo fiel, lo aloja en su casa (HchJn 46,1) y lo acompaña en sus viajes (HchJn 46,1; 61,1). Además, por el relato de la muerte y resurrección de Drusiana, conocemos detalles que debían de estar narrados en esa laguna. Por ejemplo, que Andrónico había encerrado a su mujer en un sepulcro amenazándola de muerte si no consentía en convivir con él maritalmente (HcJn 82,1). Y Drusiana, ya resucitada, reconoce que Jesucristo la protegió contra las asechanzas de su esposo. El material desaparecido en esta laguna debía de ofrecer cumplida justificación e estas referencias.

En la laguna tercera, entre los capítulos HchJn 105 y 37, entrarían materiales indeterminados en cuanto al contenido y a su extensión, en opinión de Schäferdiek (en Hennecke-Schneemelcher) o encontrarían su lugar los fragmentos contenidos en el papiro de Oxirrinco 150 y en el Liber Flauus irlandés (Junod-Kaestli, Acta Ioannis, 109-136).

Otras lagunas delatan su presencia entre los capítulos 55 y 56 y entre 57 y 58. Los fieles de Esmirna enviaron a Juan una embajada pidiéndole que fuera a evangelizar Esmirna y las restantes ciudades (HchJn 55). Pero luego no se cuenta nada de la estancia de Juan en esos lugares. Además, es preciso buscar un lugar idóneo para dos de las citas de la carta del Pseudo Tito.

El mismo texto de los Hechos de Tomás (HchTom), considerados como los únicos que han llegado completos hasta nosotros, tampoco parece ser el original. Lo afirmaba rotundamente Junod en su artículo de Augustinianum 23, cuando escribe que el texto primitivo de los HchTom “ no corresponde ni al siríaco conservado, ni a la versión griega (E. Junod, “Créations romanesques et traditions ecclésiastiques Dans les Actes Apocryphes des Apôtres”, pp. 271-285. A. F. Klijn, en la introducción a su estudio sobre estos Hechos, parte de la base de que los HchTom fueron escritos en siríaco, pero que tanto el texto griego como el siríaco, que ahora poseemos, son distintos del texto original. Más aún, entre los textos griego y siríaco hay diferencias significativas en pasajes de sentido dogmático, moral y hasta litúrgico (A. F. Klijn, The Acts of Thomas, Leiden, 1962,pp. 13-15).

Tropezamos así con otro problema que incide en el contenido y en la conservación de los textos. Es la libertad con que trataron los textos los distintos copistas. traductores, adaptadores y transmisores. Las diversas formas de la Metástasis de Juan (HchJn 106-115) son un buen ejemplo. Otro, las distintas reelaboraciones de los HchAnd, tales como los Martirios (Prius y Alterum), la Carta a los presbíteros y diáconos de Acaya, el resumen de Gregorio de Tours, la Laudatio, la Narratio, etc. La Pasión Armenia, tan útil para la reconstrucción de los Hechos originales de Andrés, parafrasea, alarga, abrevia, y no es, lo que se dice, demasiado fiel al texto original.

He tratado este tema con alguna detención porque creo que su incidencia en los resultados y conclusiones de los estudios sobre los HchAp puede resultar decisiva.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 26 de Marzo 2009


Hoy escribe Antonio Piñero


Una vez que hemos concluido el tema “el Dios de Jesús”, cambiamos hacia la otra cuestión que ocupa nuestro tiempo y espacio en este blog de Tendencias21: ofrecer poco a poco una introducción al pensamiento de Pablo de Tarso, dado que este discípulo póstumo de Jesús, convertido en su apóstol por una visión, es el que moldea decisivamente la interpretación de la figura del Nazareno y el que impulsa de verdad la creación del cristianismo.

En efecto. lo que escribe y enseña Pablo en sus cartas auténticas es la semilla de lo que será el cristianismo del futuro. Dijimos que de las aproximadamente quinientas confesiones y denominaciones cristianas que existen en el mundo de hoy el 98% son paulinas, es decir, interpretan a Jesús con cánones mentales impuestos por Pablo (aunque naturalmente no sólo con éstos).

La Carta a los gálatas junto con Romanos son documentos muy importantes. "Gálatas" en concreto es uno de los documentos fundamentales en los que se basó Martín Lutero para elaborar el núcleo de su teología, base de la Reforma protestante, la segunda gran fractura de la cristiandad (después de la separación de las iglesias de Oriente y Occidente). La importancia de la interpretación de esta Carta para la historia cultural de Occidente es, pues, inmensa.

A partir de una exégesis de esta Carta y de la teologçia luterana se irá formando en la cristiandad occidental un bloque doble cuyas partes son antagonistas (protestantes/ católicos). Desde el punto de vista protestante se construirá el siguiente antagonismo:

• Los que defienden a Jesús como evangelizador y proclamador del “amor” y los que lo consideran como “norma”;

• Los que ven a Pablo como el abanderado del “espíritu” contra los que defienden la “letra”;

• Los que hablan de la “libertad” frente a los que proclaman la primacía de la “ley”;

• Aquellos para los que la resurrección de Jesús es una vivencia que sigue hoy y que sitúa al ser humano ante Dios para dar una respuesta a sus exigencias y los que convierten la resurrección en un mero dogma;

• Los que consideran que la Escritura es la fuente suprema de la revelación contra los que apelan también a la tradición eclesiástica;

• Los que impulsan un contacto directo con las Escrituras frente a los que afirman que éstas sólo se entienden explicadas por la Iglesia…

Todas estas oposiciones, pretendidas o bien fundadas –allá cada uno- se dicen que se fundamentan sobre todo en una exégesis de Gálatas y también de Romanos, o más bien del espíritu que dimana de una comprensión profunda de estos dos escritos paulinos. Por ello es tan importante entender qué es lo que afirman exactamente estas dos cartas.

Gálatas es el texto que más datos aporta para reconstruir la vida de Pablo y su teología auténtica. Es además un fiel espejo de las tensiones que se vivían entre las iglesias en los primeros años del cristianismo y de las divergentes interpretaciones de la esencia de la nueva religión.

1. Motivo de la redacción de Gálatas

El motivo para escribir Gálatas fue un hecho muy doloroso para el Apóstol: esta comunidad se había dejado seducir por otros predicadores del Evangelio y se había apartado de sus enseñanzas.

De 4,13 (“Bien sabéis que una enfermedad me dio ocasión para evangelizaros por primera vez”) se deduce que Pablo había sido el fundador de la comunidad. Probablemente había establecido una serie de pequeñas comunidades domésticas en el llamado segundo viaje misionero cuando pasó por aquella región según Hch 16,6 (“Atravesaron Frigia y la región de Galacia…”).

Luego visitó esta iglesia una vez más según se deduce del conjunto de la carta que comentamos. Los Hechos de los apóstoles nos hablan de esta segunda visita: en su viaje misionero desde Antioquía a Éfeso (tercer viaje), Pablo “marchó a recorrer una tras otra las regiones de Galacia y Frigia para fortalecer a todos los discípulos” (18,23). En esta segunda visita Pablo se alegró de que su situación fuera excelente.


Pero poco tiempo después llegaron nuevos misioneros y los gálatas se dejaron seducir por su predicación acerca de Jesús y se apartaron del evangelio que había predicado Pablo. Éste, enormemente entristecido, escribe la carta que comentamos.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero

www.antoniopinero.com

……….…………………

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” trato del siguiente tema:

“¿Quién fue Orfeo? Orfeo y la tradición órfica”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo

Miércoles, 25 de Marzo 2009
1 ... « 277 278 279 280 281 282 283 » ... 293


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





Tendencias de las Religiones


RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile