CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero


Después de los análisis realizados siguiendo los indicios que 1 Corintios nos ha proporcionado, la Primera carta conservada de Pablo a los corintios ha resultado estar mezclada con la segunda. (= Cor B) Las dos forman la actual 1 Cor por voluntad del primer editor de las cartas paulinas, que creemos actuó a finales del siglo I.

En esta primera carta –que denominamos “Cor A”- Pablo parece responder a informaciones orales llegadas a él (está en Éfeso) por medio de Estéfanas, Fortunato y Acacio, de visita a la ciudad. Probablemente estamos o bien en el año 52 (cronología de Senén Vidal) o en el 54 (cronología de Raymond E. Brown). Es posible también que los informantes, de vuelta a Corinto, fueran los portadores de esta carta.

“Cor A” estaría compuesta de los siguientes fragmentos (en la siguiente nota los ofreceremos seguidos): 1 Cor 6,1-11 + 1 Cor 10,1-22 + 1 Cor 11,2-34 + 1 Cor 15,1-58 + 1 Cor 16,13-18.

El editor prescindió, pues,

De la fórmula introductoria, con sus tres elementos básicos: remitente, destinatario y saludos.

• De la acción de gracias a Dios por tener la ocasión de poderse comunicar con los corintios y por saber que en líneas generales la comunidad estaba bien, a pesar de los problemas concretos.

De un final completo, con los últimos saludos, recomendaciones personales y buenos deseos de que Dios haga que todo vaya bien

El editor elimino de Cor A estos tres elementos porque pensó que bastaban los correspondientes de la segunda carta (Cor B: en donde había insertado la primera), y que no era preciso ni conveniente repetirlos.

Esta primera carta (Cor A) es de advertencia a los corintios: deben resolver los problemas comunitarios que se derivan seguramente de que ellos, los cristianos, proceden de una mentalidad pagana, helenística, que en algunos casos conviene retocar para acomodarla a lo que Pablo cree que es el cristianismo.

Se cree que esta carta primera debía de ser más larga que lo conservado de ella. Probablemente, el editor tomó sólo los problemas más generales a resolver que podían servir de ejemplo para la iglesia universal, y dejó otros que estimó menos importantes.

Otra razón para que el editor no la conservara –probablemente- completa fue que introdujo en el marco de la segunda carta –Cor B- sólo aquello que él pensaba que podía encajar bien.

Los críticos han considerado que a lo largo de la edición de esta Cor A se introdujeron en el texto algunas glosas o añadiduras. Éstas pueden ser:

• 11,2: “Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido”.

• 11,19: “Desde luego, tiene que haber entre vosotros también disensiones, para que se ponga de manifiesto quiénes son de probada virtud entre vosotros”.

• 15,9-10: “Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.”

• 15, 39-41: “39 No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces. 40 Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres.
41 Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor.”

• 15, 56: “El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley”.

¿Por qué se estima que son añadiduras? Porque rompen el hilo del discurso –eliminadas, el hilo de la argumentación discurre mejor-, parecen amplificaciones que no vienen a cuento, o porque tratan de un tema totalmente diferente de lo que aborda el pasaje en el que está insertadas.

¿Quién insertó estas añadiduras? No se sabe. Es posible que sea el editor, que pudo tomar –a veces- fragmentos de otras cartas paulinas para completar, a su criterio, lo que él creía que el Apóstol no había dejado demasiado claro. Es posible, por tanto, que ciertas añadiduras sean paulinas, pero descolocadas de sitio.

O es posible también que sean añadidos de algún copista “listillo”, que pensó que podía enmendar la plana al manuscrito que tenía delante. Si la presunta añadidura aparece en todos, o en la mayor parte de los manuscritos de las cartas de Pablo, es señal de que la glosa es muy antigua. Técnicamente: la glosa estaba en el manuscrito “arquetipo” del que proceden todas las copias.

El próximo día –aunque la nota sea larga- ofreceremos seguido el texto completo de esta Cor A.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com


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En el otro blog de Religión digital el tema es:

“¿Dónde y para qué lectores se compuso el Evangelio de Marcos?”.

De nuevo saludos


Miércoles, 4 de Noviembre 2009
El judaísmo. Pasado, presente y futuro. Sobre un libro de Hans Küng (I) (115-01)

Hoy escribe Antonio Piñero


Normalmente, aunque no siempre, el comentario de libros de este blog suele ser de volúmenes “recientes”, ya sea así en su versión original española, o porque –aunque el libro sea ya “añejo”- ha aparecido recientemente su versión castellana.

En el caso presente deseo comentar uno de los volúmenes de la gran trilogía de Hans Küng (Judaísmo – Cristianismo - Islam), por “necesidades del guión” especialmente, ya que algunos de los amables comentaristas de este blog –a los que sinceramente agradezco sus aportaciones, pues me hacen caer en la cuenta de lo a veces deficiente de mi argumentación, o de la falta de nitidez necesaria- me incitan, con sus apostillas y comentarios, a que lea y aprenda de este autor suizo.

He aquí su ficha:


Hans Küng, El judaísmo. Pasado, presente, futuro. Editorial Trotta, Madrid, sexta edición 2007 (original de 1993), Trad. de Víctor A. Martínez de la Pera y Gilberto Canal Marcos, ISBN: 978-84-8164-883-6.


A decir verdad ya había leído la serie, y sé bastante bien lo que dice (algunos de los lectores recordarán quizá que uno de los primeros comentarios de libros fue mi reseña al volumen sobre “El Islam” de Küng, hace ya tiempo y que fue publicado en "Religiondigital", "El blog de Antonio Piñero").

Los libros de Küng de esta trilogía son muy ricos en comentarios históricos, pero se interesan sobre todo por la teología, tema en el que no soy competente, a pesar de haber leído suficiente sobre ella. Éste es el motivo por el que a veces no los cito, ya que este blog pretende mantenerse en el ámbito de la historia.

Ocurre, además, que Küng, por el planteamiento mismo de sus libros –cuyo tema es amplísimo- debe resumir en una o dos frases los resultados de una investigación histórica larga. Por ello no puede más que ofrecer al lector un aserto, una “sentencia”, una opinión, sin tener tiempo ni oportunidad de demostrarla con un análisis prolijo de textos. En ocasiones, a nosotros, en este blog, nos pasa lo contrario: presentamos y analizamos textos y textos simplemente para hacer plausible una hipótesis o una tesis.

En su libro sobre el judaísmo presenta Küng en la primera parte el origen de esta religión, el núcleo o centro de su teología y su historia, y en la segunda parte, la controversia entre judíos y cristianos, donde entra la figura de Jesús enmarcada en el judaísmo de su tiempo. Abarca, pues, muchos temas que son de notable interés para este blog. Por ello, y por las indicaciones de los lectores, creo que está justificado el tratamiento aquí de un libro que ya tiene sus años. Los lectores saben, además, que el paso de los años, o de los siglos, no invalidan los argumentos, y que conviene que éstos sean repetidos, pues o bien se ofrecen nuevas perspectivas al considerarlos de nuevo, o bien nunca han sido respondidos convenientemente.

En el presente comentario nos ceñimos a la primera parte del libro de Küng sobre el judaísmo, su teología e historia. El tema “Jesús” (segunda parte) lo trataremos de modo especial. De la lectura de este libro de Küng se deducen puntos de vista sobre la visión histórica que tiene un teólogo de profesión y que me parece oportuno destacar.

Küng acepta que la base histórica de las narraciones sobre Abrahán lo presentan como un hombre poco honorable, que ofrece, por ejemplo, a su esposa como concubina al faraón, que chantajea con regalos a los hijos de sus concubinas y los expulsa de casa (p. 26). Sin embargo su figura pasa luego a ser, en el judaísmo y el cristianismo, encarnación y modelo de virtudes, como la modestia, la compasión, la hospitalidad; en suma, como modelo supremo de todas las virtudes. Creo que hubiese sido conveniente en este libro una reflexión sobre la heroización y exaltación –hasta cambiar por completo su figura- constante de los personajes de la Biblia. Es típico de todos los pueblos, pero en especial de la literatura judía. ¿No puede hacer ocurrido lo mismo con los judeocristianos cuando transmiten las noticias sobre Jesús una vez que éste ya ha muerto?

Otro punto interesante es la cuestión siguiente, básica: ¿cómo proceder con las fuentes bíblicas que narran los inicios del pueblo hebreo? Küng acepta, incluso dice que es una obligación, “interpretar desde una postura histórico-crítica los textos sagrados e incluso la Biblia” (p. 39).

Sin embargo, una vez que el análisis crítico ha desmontado como no histórico casi todos los presupuestos bíblicos de la primera historia del pueblo de Israel –desde sus orígenes antes y en Egipto, hasta la entrada a la tierra prometida y su constitución como pueblo- Küng se encuentra con un panorama desolador: lo pretendidamente histórico no lo es. Entonces añade que los métodos históricos, sociológicos y literarios han de completarse con el método teológico. La conjunción de ellos aporta al lector la verdad total de la Biblia.

De este modo, puede afirmar simultáneamente Küng que toda la “historia de Israel” en sus orígenes están envueltas en sagas y leyendas (p. 41), incluida la idea del pretendido monoteísmo primigenio israelita (es decir, que desde los mismos orígenes Israel no tuvo más que un Dios, Yahvé, pero el pueblo se dejó arrastrar hacia otros dioses), pero que de ella se deducen verdades que gobiernan nuestras vidas como creyentes. Esta imagen es falsa, pero a pesar de ello hay que sostener que hemos de aceptar como válidas –constituyen la revelación divina- las premisas teológicas que de esa estructura legendaria se deducen:

• Una determinada imagen de Dios como Dios único, que actúa en la historia, de modo que el judaísmo nos lega como bien adquirido que no hay ninguna divinidad adicional.

• Que no hay ninguna divinidad mala concurrente o pugnante con la buena.

• Que no hay diosa consorte de Yahvé,

nociones que están muy bien (a ellas había llegado ya la filosofía griega por mero raciocinio), pero que necesariamente es muy oscuro como pueden deducirse de la verdadera historia primigenia israelita, de la que Küng sostiene que consta prácticamente de leyendas.

• Que la Biblia hebrea presenta una religión que es universalista en esencia.

• Que todo hombre es imagen y semejanza de Dios

• Que hubo en verdad una alianza de Dios con Noé previa a la del Sinaí, donde se esbozó claramente una ética para toda la humanidad.

• Que la revelación de un “Dios único regala a la humanidad una gran libertad porque relativiza todas las demás potencias y poderes del mundo que tan fácilmente esclavizan al hombre” (pp. 44-48).

A la verdad, veo que deducir estas ideas de los textos bíblicos es un mero ejercicio voluntarista y de pura teología.

Otro caso: Küng relativiza la figura histórica de Moisés, aunque vuelve a aceptar de nuevo que de las sagas se deduce que fue una en realidad “figura carismática compleja”, un caudillo militar y un profeta, receptor de revelaciones. Afirma Küng con seguridad que no fue un sabio ilustrado, ni un místico, pero si “un hombre típicamente profético en el espíritu de una religiosidad de fe y de esperanza semita y medio-oriental (pp. 61-62), que luego fue idealizado tremendamente tanto por el judaísmo helenístico como por el Nuevo Testamento. “La figura de Moisés es tan poderosa para la comunidad neotestamentaria, que ésta llegará a ver a la luz de la figura profética de Moisés diversos elementos de la vida y obra de Jesús”.

Y lo que sigue deja en mal lugar la noción de que los evangelistas se limitan a transmitir tradiciones primitivas sobre Jesús. H. Küng afirma:


“Más aún, en ocasiones (el Nuevo Testamento) perseguirá conscientemente la imitación (de Moisés para plasmar la biografía de Jesús). Es bastante posible que la historia de Moisés estuviera en el transfondo del evangelio de la infancia según Mateo: advertencia al rey, asesinato de niños inocentes, huida al exilio hasta la muerte del rey… Pero también el ayuno de cuarenta días en el desierto y la alimentación de cinco mil personas responden a la tipología mosaica. Aquí Moisés aparece en diversas ocasiones como el tipo de Jesucristo, del profeta del fin de los tiempos. En el Evangelio de Juan se alude expresamente a la comida del maná en el desierto. También la ascensión de Jesús a los cielos –que se encuentra sólo en Lucas, al final de su evangelio y al principio de los Hechos de los apóstoles- se asemeja a la de Moisés. Más aún: según Lucas, hay que entender a ‘Moisés y los profetas’ en su conjunto como profecía del evento de Jesús” (p. 63).


Espero que nadie me acuse de “arrimar el ascua a mi sardina” cuando afirmo que Hans Küng está totalmente de mi lado al afirmar que el Nuevo Testamento no transmite directamente a Jesús, que no se transmiten tradiciones simples sobre él, sino que ya en los primeros evangelios la figura de Jesús se reinterpreta cuando se entregan a los lectores sus dichos y hechos basándose no sólo en la realidad de lo que ocurrió, sino en ésta más una reinterpretación a base de modelos religiosos previos, en concreto del Antiguo Testamento (Elías y Moisés). Y Küng afirma claramente que este último modelo es claramente mítico y legendario.

Por último, como este volumen que comentamos es en origen de 1993, el autor no pudo aún tener la posibilidad de leer el impresionante libro de los arqueólogos judíos I. Finkelstein y N. A. Silberman, La Biblia desenterrada. Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados, Editorial Siglo XXI, Madrid 2003. Por ello todo lo que cuenta Küng de David y Salomón debe tratarse con cautela. Sólo sería válida su “historia” -para quien acepte ese mezcla extraña de “método teológico e histórico-crítico” a la vez- como indicación de los presupuestos religiosos que de tal narración -profundamente reelaborada y mitificada- de la vida y obras de esos dos reyes de Israel pueden obtenerse para la construcción teológica de una “historia de la salvación”.

En síntesis, tengo los libros de Hans Küng en gran aprecio, siempre a la mano, como libros que me informan densa y sucintamente de la teología, e indirectamente de las tendencias históricas en el estudio de la Biblia, y de cómo la teología sabe darle la vuelta a los argumentos históricos para seguir fundamentando en una suerte de “historia” lo que es a mi parecer pura especulación teológica. La teología del siglo XXI debería hacerse aceptando más de plano y totalmente que sus fundamentos históricos son cuanto menos dudosos, y cuanto más –lo más probable- una mera reunión de “sagas y leyendas”, como sostiene el mismo Küng.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “El Blog de Antonio Piñero”, el tema de hoy es el mismo




Martes, 3 de Noviembre 2009



Hoy escribe Antonio Piñero


El cuarto gran tema de esta posible 1 Cor es también grandioso: realidad de la resurrección de Jesús, base de la fe cristiana y cómo debe entenderse la resurrección de cada fiel cristiano.

El texto de este fragmento corresponde al capítulo 15 de 1 Corintios tal cual se ha transmitido, al que sigue una exhortación a que los cristianos se comporten de acuerdo con esta fe (que aparece en el capítulo 16).

Los indicios para aislar este cuarto fragmento son los siguientes:

El inicio del capítulo 16 (16,1-12) no encaja en absoluto con el tema de la resurrección, pues empieza a así: “Respecto a la ofrenda para los santos (la colecta por la iglesia de Jerusalén)…”.

Sin embargo, sí parece que 16,13 sí encaja, pues dice:

“13 Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes. 14 Haced todo con amor”.

Por ello se ha propuesto que el último gran fragmento de 1 Corintios está propuesto de 1 Cor 15,1-58 + 1 Cor 16,1. 13-18 (final de la carta).

Quedaría así (lo reproduzco, aunque es un poco largo):

A) El hecho de la resurrección de los muertos


“1 Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, 2 por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano! 3 Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; 5 que se apareció a Cefas y luego a los Doce;
6 después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. 7 Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles.
8 Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo. 9 Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. 10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. 11 Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.


B) La resurrección de Jesús y la de los muertos


12 Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos? 13 Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. 15 Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. 17 Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados. 18 Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! 20 ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron. 21 Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. 22 Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo. 23 Pero cada cual en su rango: Cristo como primicias; luego los de Cristo en su Venida. 24 Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, después de haber destruido todo Principado, Dominación y Potestad. 25 Porque debe él reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. 26 El último enemigo en ser destruido será la Muerte. 27 Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Mas cuando diga que «todo está sometido», es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas. 28 Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.


C) Confirmación por la experiencia


29 De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no resucitan en manera alguna ¿por qué bautizarse por ellos? 30 Y nosotros mismos ¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas? 31 Cada día estoy a la muerte ¡sí hermanos! gloria mía en Cristo Jesús Señor nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte. 32 Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las bestias ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. 33 No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» 34 Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.


D) El modo de la resurrección de los muertos. El cuerpo de los resucitados


35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? 36 ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. 37 Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta. 38 Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo peculiar. 39 No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres, otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces. 40 Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres. 41 Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de las estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor. 42 Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción; 43 se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; 44 se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual. 45 En efecto, así es como dice la Escritura: Fue hecho el primer hombre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. 46 Mas no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo natural; luego, lo espiritual. 47 El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, viene del cielo. 48 Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el celeste, así serán los celestes. 49 Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del celeste.


E) La transformación final



50 Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción. 51 ¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, mas todos seremos transformados. 52 En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados. 53 En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad. 54 Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha sido devorada en la victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? 56 El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley. 57 Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!


Conclusión de la Carta primera a los corintios (= Cor A)


58 Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro trabajo no es vano el Señor.” 1 Corintios 16,1: “Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes. 14 Haced todo con amor. 15 Os hago una recomendación, hermanos. Sabéis que la familia de Estéfanas son las primicias de Acaya y se han puesto al servicio de los santos. 16 También vosotros mostraos sumisos a ellos y a todo aquel que con ellos trabaja y se afana. 17 Estoy lleno de alegría por la visita de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, que han suplido vuestra ausencia. 18 Ellos han tranquilizado mi espíritu y el vuestro. Sabed apreciar a estos hombres.


Esta Primera carta a los corintios -que denominamos Cor A- no se ha conservado completa, porque está insertada en la siguiente, (la segunda) que trataremos a continuación). El editor, probablemente, sólo conservó aquellos fragmentos que de alguna manera –creía él- estaban en consonancia con los temas que se habían tratado en la segunda Carta. Por eso falta el saludo y la acción de gracias, que son típicas de las cartas paulinas.

De todos modos, el que el editor de finales del siglo II uniera dos cartas, el que las considerara de algún modo comunes, nos va ayudar –cuando llegue el momento- a explicar el posible tema común que subyace a estos dos grandes bloques unidos en una sola carta. Quizá las dos puedan recibir una explicación común: lo veremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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En el otro blog de Religión digital el tema es:

“¿Dónde y para qué lectores se compuso el Evangelio de Marcos?”

De nuevo saludos


Lunes, 2 de Noviembre 2009

Hoy escriben Florentino García Martínez y Antonio Piñero


Tema: comentario de amplio espectro a la publicación del tomo Vi "Apocalíptica" de los "Apócrifos del Antiguo Testamento", de Editorial Cristiandad, Madrid, julio 2009.

Dejando de lado conceptos centrales de la predicación de Jesús cuyas raíces en la apocalíptica judía son indiscutidos, como las nociones de

• “Reino de Dios”,
• “Hijo del Hombre”,
• “Día del juicio”,

conceptos que sin adentrarse en el mundo de los círculos apocalípticos del siglo I de nuestra era son incomprensibles (pero cuyo tratamiento ahora supondría decenas de páginas), hemos escogido el centrarnos en tres nociones a las que generalmente no se presta tanta atención como a los tres anteriores, para que nos sirvan de ejemplos que nos muestren hasta qué punto la predicación de Jesús se hallaba influida por el pensamiento apocalíptico, y su “teología”, por la “teología” de la tradición apocalíptica. Estos conceptos son:

1) El mal en el mundo
2) La escatologización de las palabras de los profetas
3) El presente como el final de los tiempos.


Hoy trataremos del primero: el mal en el mundo

Una de las ideas más antiguas de la tradición apocalíptica es la atribución de la existencia del mal en el mundo a la acción de un agente exterior a la historia y al hombre. Este agente suele ser el “Diablo y sus huestes” (como bloque), que aparece en el Antiguo Testamento desde muy antiguo en la forma de múltiples demonios, con variadas clases y funciones, y con múltiples jefes que llevan nombres diversos.

Esa complejidad del mundo demoníaco se va reduciendo poco a poco a lo largo de los siglos de composición del Antiguo Testamento hasta llegar a la noción, más sencilla, de un solo jefe con diversos nombres, Satán, Satanás, Diablo, Belial, y de una sola clase de demonios o diablos a las órdenes de este jefe.

Solamente en una fase final de la apocalíptica judía, y como reacción sin duda al peligro de dualismo que esta explicación conllevaba, el origen del mal se situará en el cor malignum, el yetzer ra'a (hebreo = la “mala inclinación” del ser humano) que aparece ya con toda claridad en el Libro IV Esdras (finales del siglo I d.C.).

Según la teología judía de la época de Jesús, después del pecado de Adán (no se explica cómo) el hombre nace con dos inclinaciones bien fijadas “en su corazón”, la inclinación al bien y la inclinación al mal. Propiamente esto no significa ninguna doctrina del “pecado original”, que sólo se formará en el cristianismo y mucho más tarde, sino sólo algo parecido…, que no llega a dar el paso a formular la doctrina de la culpa original. Hasta hoy día el judaísmo no ha dado este paso (ni lo dará); pero el cristianismo, sí desde san Pablo (Romanos 5) y, sobre todo, con su desarrollo teológico desde san Agustín en su famosa disputa con el (luego) hereje Pelagio.

De la unión de los ángeles caídos con las hijas de los hombres en el Libro de los Vigilantes (recogido en el Libro I de Henoc: impreso en la colección “Apócrifos del Antiguo Testamento” de Editorial Cristiandad) hasta el “Príncipe Mastema” del Libro de los Jubileos (de la misma colección de apócrifos) o a los “ángeles de las tinieblas” y a Melki-resha de Qumrán, a Belial o al Satán de los evangelios, el origen de la existencia del mal y su presencia y dominio sobre el hombre está ligado a estas figuras sobrehumanas y a su pésima acción e influencia negativa sobre los mortales.

Dentro de la tradición apocalíptica, este tema está también íntimamente unido –para alivio de los creyentes- con el de la futura destrucción del mal, con el triunfo final de Dios y el castigo definitivo de los causantes del mal, los demonios malos junto con Satanás, su jefe, y también de los hombres que se dejan influir por ellos y eligen la maldad.

Ahora bien, el mismo esquema, la misma mentalidad, aparece en la predicación de Jesús. Como para la tradición apocalíptica, para Jesús el mal en el mundo es ante todo una personificación de las fuerzas demoníacas; como para la tradición apocalíptica, también para Jesús el resultado final de la batalla contra el mal está asegurado de antemano y se concluirá con el triunfo de Dios (la instauración del reino/reinado de Dios).

La diferencia más notable es que, para Jesús, esta destrucción ha comenzado ya en cierta manera con su propia actividad, de ahí que sus curaciones y expulsiones de demonios son vistas como un comienzo de este triunfo sobre el mal, encarnado en Satanás. Cuando Jesús dice:

Lc 11, 20 Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios

Lc 10,18: “Yo estaba viendo al adversario, que caía del cielo como el rayo”,

• o cuando el autor del Cuarto Evangelio cree interpretar correctamente el pensamiento de Jesús y le atribuye las siguiente palabras: “Ahora es la condena de este mundo; ahora el jefe de este mundo va a ser expulsado afuera” (Jn 12,31),

Jesús nos dice que Dios ha quebrado ya la fuerza del mal y ha comenzado su marcha victoriosa en este mundo.

Sin embargo, como nos indica la última petición del Padrenuestro: “Pero líbranos del mal” (Mt 6,13), la victoria definitiva se ve aún en una perspectiva lejana y la vida de los discípulos se sigue comprendiendo como una lucha sin cuartel contra este mal.

Concluiremos pronto.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del mismo tema.

en días anteriores el tema fue:

"¿Dónde y para qué lectores se compuso el Evangelio de Marcos?"


• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.





Domingo, 1 de Noviembre 2009
Hoy escribe Antonio Piñero


El tercer gran tema de esta posible "1 Corintios" reconstruida a partir del análisis de la actual Primera Corintios, es grandioso: la institución de la eucaristía por parte de Jesús, según Pablo. Esta cuestión se aborda ampliamente en 11,23-34. Pero este asunto está imbricado en el capítulo 11 actual con otros dos temas:

1. La posición de la mujer respecto al varón según el punto de vista de la la creación por parte de Dios, tema tratado a propósito del comportamiento de las mujeres en las asambleas cristianas 1 Cor 11,2-16

2. Cuando se reúnen los cristianos a celebrar la Cena del Señor es después de una cena normal de fraternidad. Debería ser así, pero tal fraternidad brilla por su ausencia: no hay tal cena común, sino banquetes por grupos: los ricos con los ricos cenando espléndidamente; los miembros pobres con los pobres cenando de modo miserable. Este comportamiento anómal debe corregirse

Así pues, el texto del actual capítulo 11, con los tres temas conexos por tratarse de cuestiones en torno a la celebración comunitaria semanal que incluye la rememoración de la Cena del Señor, quedaría así:

A) Sobre la naturaleza de la mujer, su posición secundaria respecto al varón y cómo debe comportarse en las asambleas litúrgicas

“2 Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido. 3 Sin embargo, quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios. 4 Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza. 5 Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada. 6 Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una mujer cortarse el pelo o raparse, ¡que se cubra! 7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre.

8 En efecto, no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre. 9 Ni fue creado el hombre por razón de la mujer, sino la mujer por razón del hombre. 10 He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles. 11 Por lo demás, ni la mujer sin el hombre, ni el hombre sin la mujer, en el Señor. 12 Porque si la mujer procede del hombre, el hombre, a su vez, nace mediante la mujer. Y todo proviene de Dios. 13 Juzgad por vosotros mismos. ¿Está bien que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? 14 ¿No os enseña la misma naturaleza que es una afrenta para el hombre la cabellera, 15 mientras es una gloria para la mujer la cabellera? En efecto, la cabellera le ha sido dada a modo de velo. 16 De todos modos, si alguien quiere discutir, no es ésa nuestra costumbre ni la de las Iglesias de Dios.


B) Anomalías en los actos conexos con la "Cena del Señor"

17 Y al dar estas disposiciones, no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que para bien. 18 Pues, ante todo, oigo que, al reuniros en la asamblea, hay entre vosotros divisiones, y lo creo en parte. 19 Desde luego, tiene que haber entre vosotros también disensiones, para que se ponga de manifiesto quiénes son de probada virtud entre vosotros. 20 Cuando os reunís, pues, en común, eso ya no es comer la Cena del Señor; 21 porque cada uno come primero su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga. 22 ¿No tenéis casas para comer y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios y avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabaros? ¡En eso no los alabo!


C) Pablo revela como ha recibido directamente en una visión del Señor la institución de la Eucaristía

23 Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» 25 Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.» 26 Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga.

27 Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. 28 Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. 29 Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo. 30 Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos. 31 Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos castigados.

32 Mas, al ser castigados, somos corregidos por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. 33 Así pues, hermanos míos, cuando os reunáis para la Cena, esperaos los unos a los otros. 34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, a fin de que no os reunáis para castigo vuestro. Lo demás lo dispondré cuando vaya ”.


Obsérvese lo que dice el final de este tercer bloque: “Lo demás lo dispondré cuando vaya”. El sintagma “lo demás” hace referencia a lo que ocurre también en torno a la Cena del Señor, probablemente después. Conviene saber que la ceremonia en la iba incluida la rememoración de la Cena del Señor constaba de vatias partes: una cena corriente, pero en común; al final la conmeoración del cena del Señor (fracción del pan y reparto de vino), asamblea litúrgica compuesta de himnos, cánticos espirituales, sermones y "profecías" u otros actos extáticos, por ejemplo "hablar en lenguas" realizados por los participantes.

Ese "lo demás" lo va a tratar oralmente Pablo en su próxima visita a los corintios. Ahora bien, nótese que este tema se aborda inmediatamente después, en los capítulos 12 y 13 (sobre los carismas espirituales que se hacen visibles en las reuniones comunitarias) de la carta actual.

Esto quiere decir que el editor ha unido dos partes distintas -de dos cartas distintas- por deseo de completar o abordar totalmente la cuestión: 1) la “Cena del Señor” y 2) la reunión que hay después (cuyas particularidades corregibles –repito- serían tratadas oralmente por Pablo en su visita personal a los corintios).

Por tanto, entre 11,23-34 y 12-14 hubo una visita del Apóstol a su comunidad. Lo que Pablo aborda en 12-14 es una precisión de lo que debió de tratar en la visita, y que ahora repite porque el tema era peliagudo y porque no fue totalmente comprendido. Por consiguiente, al parecer los capítulos 12-14 pertenecen a otra carta distinta que se redactó después de la visita a Corinto. Pero están unidos en la presente carta, la normalmente denominada Primera a los corintios, porque el editor unió los divesos tratamientos, cronológicamente sucesivos, del mismo tema.

Concluiremos el próximo día con el último gran tema de esta presunta/posible Primera Carta a los corintios, el de la resurrección de Jesús.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

………….

En el otro blog de Religión digital el tema es:

“¿Se compuso el Evangelio de Marcos después del 70?”.

De nuevo saludos



Viernes, 30 de Octubre 2009
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Niveles diferentes en el uso de la Biblia

4. Situaciones paralelas

A veces lo que se registra en los Hechos Apócrifos es una situación similar o paralela a momentos y ocasiones de pasajes de la Sagrada Escritura. Como tendremos ocasión de comprobar más adelante, los resultados literarios de los Apócrifos recuerdan contextos bíblicos tanto en palabras como en ideas.

a) HchJn 72,1-2. Juan iba con Andrónico, hombre principal de Éfeso y esposo de Drusiana, a la tumba de la mujer que había fallecido tres días antes. Se dirigían al sepulcro con la intención de celebrar la fracción del pan. A mitad del camino advirtieron que no llevaban las llaves del monumento. No era ningún problema. Juan anunció a Andrónico que “las puertas se abrirían solas (automátōs)”. Y así ocurrió en efecto, a una orden de Juan, se abrieron las puertas de la tumba donde Drusiana estaba a punto de sufrir en su cadáver una vergonzosa violación por parte del joven Calímaco, su enamorado.

En los Hechos Apócrifos son abundantes las muestras del poder de Dios a la hora de vencer cualquier dificultad que se oponga al cumplimiento de los proyectos de los apóstoles. Uno de los recursos es el de las puertas que se abren solas, como ocurrió en el caso de Pedro cuando fue liberado de la cárcel por medio de un ángel del Señor. La escena está narrada con todo detalle en los Hechos canónicos de Lucas. Pedro dormía entre los soldados, pero bajó un ángel que lo despertó y le intimó para que saliera de la prisión. “Atravesaron la primera y la segunda guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se les abrió por sí sola (automátē)” (Hch 12,10), como antes se le habían caído las cadenas de las manos.

b) El Papiro Copto de Berlín 8502 de los HchPe habla en su página 128 de una reunión que los cristianos celebraban en el primer día de la semana. Llevaban a Pedro multitud de enfermos para que los curara. La escena recuerda el gesto de los fieles que sacaban a los enfermos a la calle para que al paso de Pedro recobraran la salud (Hch 5,15). Pero el autor del texto del Papiro sigue contando cómo “los ciegos ven, los sordos oyen, los lisiados caminan…“

Esta situación, creada por el poder taumatúrgico de Pedro recuerda en forma y en contenido el ambiente reflejado en la respuesta de Juan Bautista a la embajada de Jesús según Mt 11.5. Eran los signos que indicaban que habían llegado los tiempos del Reino. Ya no era necesario esperar a otro.

c) Los HchPlTe 28,1 cuentan de la comitiva que llevaba a Tecla hacia el suplicio. Una leona lamía los pies de la condenada, cuya sentencia figuraba sobre ella con palabras que recuerdan la inscripción de la cruz de Jesús. El texto del Apócrifo expresa en efecto la sentencia o motivo de la condena: aitía tēs epigraphês. La fórmula recuerda textualmente el texto del evangelio de Marcos cuando habla de la epigraphê tês aitías de Jesús (Mc 15,26).

d) HchAnd Papiro de Utrecht, p. 14 (Piñero-Del Cerro, Hechos Apócrifos, vol. I 154). El Apócrifo recuerda la actitud exigida a las vírgenes según la escena de la parábola de las vírgenes prudentes (Mt 25,1-13), que deben mantener sus lámparas encendidas hasta que suene la voz: “Levantaos, salid al encuentro del esposo”

A continuación refiere la expulsión de un demonio del cuerpo de un joven. Ante la orden del apóstol Andrés, el demonio sale del joven sin causarle ningún daño. La escena es similar a otras narradas en los evangelios, como es la de Mc 1,25; 5,1-20; 9,14-29. En esta última concretamente, se repiten varios detalles parecidos a los del relato de HchAnd: Orden de salir dada por Jesús, el endemoniado es un joven, el demonio sale sin causar daño, etc.

e) En HchTom 140,1-2, se refiere el interrogatorio del rey al Apóstol Tomás en una situación paralela al proceso de Jesús ante Pilato. Pero el rey increpa a Tomás con las mismas palabras que los príncipes de los sacerdotes y los ancianos dirigían a Jesús: “¿Con qué poder realizas estas cosas?” (Mt 21,23). Tomás responde al rey en su proceso con las mismas palabras que Jesús dijo al procurador: “No tienes sobre mí el poder como crees”. Jesús dice claramente: “No tendrías poder sobre mí”. En ambos casos, en HchTom y en Mt, se trata de un interrogatorio judicial, se usa el verbo “tener” (ékhō), el término “poder” (exousía) y la expresión kat’emoũ.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro


Jueves, 29 de Octubre 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

El segundo tema, que queda relativamente descolgado del conjunto de la 1 Corintios es la cuestión de la participación de los cristianos de Corinto en banquetes “sagrados”, es decir, aquellos en los que se ingería la carne de animales previamente ofrecidos en sacrificio a alguno de los dioses del panteón grecorromano. El participar en estos ágapes era, para gente con sensibilidad, una suerte de comunión con los dioses paganos. Hay que entender esta queja de Pablo porque éste tiene en mente que los corintios participan -a la vez- de tales banquetes sagrados paganos y de la “Cena del Señor”. No es correcto en principio, o puede no serlo ante los ojos de algunos.

Pablo, de hecho trata del tema dos veces en la actual 1 Corintios:

· La primera en 10,1-22, y

· La segunda –esto es lo que debemos considerar ahora- en 8,1-97, más 10,23-11,1 (obsérvese que el mismo tema está tratado como a saltos). Es extraño este doble tratamiento..., y desordenado en una misma carta.

Como veremos, da la impresión de que el Apóstol trata por vez primera el asunto sin una información completa (10,1-22), y vuelve a tratar de los mismo otra vez cuando recibe una información de los corintios más completa, a través de una carta de ellos, a la que contesta: 8,1-9,27 + 10,23-11,1.

Ahora bien, el tema de los banquetes sagrados + Cena del Señor es sólo una de las cuestiones que se abordan en el capítulo 10, y en concreto en 10,1-22. Hay otros como

• El bautismo (10,2-6),

• La necesidad de huir de la murmuración (10,7);

• La conveniencia de no creerse perfectos: los judíos se creyeron el pueblo elegido y a pesar de todo cayeron en pecado y fueron castigados muy duramente (10,6-11).

Por tanto estamos aquí ante una parte compleja de 1 Corintios. El fragmento correspondiente a la primera carta (de las dos que -como hipótesis- formaron lo que hoy se llama Primera corintios) sonaría como sigue. Lo dividimos para que se observe mejor la variedad de temas.

A. El ejemplo de Israel * bautismo + eucaristía

“1 No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar; 2 y todos fueron bautizados en Moisés, por la nube y el mar; 3 y todos comieron el mismo alimento espiritual; 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo. 5 Pero la mayoría de ellos no fueron del agrado de Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.

B. El ejemplo de Israel + no fornicar + no murmurar

6 Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos lo malo como ellos lo codiciaron. 7 No os hagáis idólatras al igual de algunos de ellos, como dice la Escritura: «Sentóse el pueblo a comer y a beber y se levantó a divertirse.» 8 Ni forniquemos como algunos de ellos fornicaron y cayeron muertos 23.000 en un solo día. 9 Ni tentemos al Señor como algunos de ellos le tentaron y perecieron víctimas de las serpientes. 10 Ni murmuréis como algunos de ellos murmuraron y perecieron bajo el Exterminador. 11 Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para aviso de los que hemos llegado a la plenitud de los tiempos.

D. Advertencia general

12 Así pues, el que crea estar en pie, mire no caiga. 13 No habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito. 14 Por eso, queridos, huid de la idolatría. 15 Os hablo como a prudentes. Juzgad vosotros lo que digo.

b[E.]b La Cena del Señor + la participación en banquetes paganos

16 La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? 17 Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan. 18 Fijaos en el Israel según la carne. Los que comen de las víctimas ¿no están acaso en comunión con el altar? 19 ¿Qué digo, pues? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? O ¿que los ídolos son algo? 20 Pero si lo que inmolan los gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunión con los demonios. 21 No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. 22 ¿O es que queremos provocar los celos del Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?”.

Obsérvese que el comienzo de 1 Cor 8,1, que trata del mismo asunto de los banquetes sagrados, comienza así:

“8:1 Respecto a lo inmolado a los ídolos, es cosa sabida, pues todos tenemos ciencia. Pero la ciencia hincha, el amor en cambio edifica.”

La frase “Respecto a…” que inicia 8,1 corresponde a una preposición griega, perí, que tiene diversos significados, siendo el principal, “en torno a”, “alrededor de”. Aquí traducimos “Respecto a…” porque hace referencia -presuntamente; así lo pensamos- a la respuesta de Pablo a unas preguntas de los corintios formuladas por medio de una carta (más tarde veremos en qué circunstancias).

Cuando Pablo contesta a esas preguntas siempre lo hace comenzando por “respecto a…” ( respecto a lo que me habéis preguntado…, os respondo de la siguiente manera).

Obseramos también que esta introducción con “Respecto a…” (= perí en griego) vuelve a aparecer en 7,1; 8,1; 12,1; 16,1: todos estos inicios apuntan a respuestas a un escrito previo.

Ahora bien en nuestro caso, en el fragmento 10,1-22, no se encabeza el tratamiento con ningún “Respecto a…”. Parece, pues, que Pablo había recibido sólo información oral sobre la cuestión. Si la hubiese recibido por escrito comenzaria su respuesta con "Respecto a..."

Seguiremos con el resto de los otros temas de esta presunta "Primera Carta" a los corintios conservada dentro de la llamada "Primera Corintios", que quizás sean dos cartas fundidas por el editor.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

………….

En el otro blog de Religión digital el tema de días anteriores es:

“¿Por qué decimos que el Evangelio de Marcos es paulino? (I y II) ”.

De nuevo saludos


Miércoles, 28 de Octubre 2009
 ¿Qué se sabe… de Jesús de Nazaret? (114-01)
Hoy escribe Antonio Piñero
:


El título de esta postal corresponde al título del libro que comentamos esta semana. Su ficha es


Rafael Aguirre – Carmen Bernabé – Carlos Gil, Qué se sabe… de Jesús de Nazaret, Editorial Verbo Divino, Estella (España),2009, 271 pp. ISBN: 978-84-8169-922-7

Los autores son profesores de Nuevo Testamento en la Universidad de Deusto y combinan el estudio, la docencia y la divulgación de cuestiones en torno a Jesús, el Nuevo Testamento y el cristianismo primitivo. Recordarán los que también son lectores de "Religiondigital" que dediqué un notable número de postales a comentar su libro Reimaginando los orígenes del cristianismo, 2008, de la misma editorial.

Afirman los autores que Jesús “no es patrimonio de ningún grupo ni iglesia” –lo cual encaja bien dentro de la postura, nueva, cristiana, de negación del “exclusivismo”-. “Es legítimo y necesario socializar su historia desde aquellos presupuestos y bases compartidas por cualquier persona que se interese por él”.

Aceptan que este estudio histórico de Jesús, “tal como se lleva haciendo desde hace dos siglos (un poco más, desde 1778) plantea interrogantes a la tradición cultural de Occidente, a las formulaciones dogmáticas y a la coherencia vital de quienes se confiesan seguidores de Jesús” (contracubierta).

Me parecen oportunas estas observaciones. Sin embargo, no estoy totalmente de acuerdo con su siguiente formulación:

“La persona de Jesús, su vida y su mensaje son inagotables: en realidad es imposible presentar ‘lo que se sabe de Jesús de Nazaret’, pero sólo con evocarlo ya resulta fascinante”.

Y no lo estoy porque estas líneas ya sobrepasan claramente le ámbito de la historia y entran de lleno en el de la fe. Pienso modestamente que sí, que es posible -aunque el libro resultante llegue a ser muy grueso- exponer todo lo que se sabe de Jesús…, si se acepta que lo “que se sabe” es el consenso medio de los investigadores, aquello en los que están de acuerdo la mayoría de los estudiosos de Jesús, sobre todo los independientes. Las líneas básicas y fundamentales sobre la misión y figura de Jesús no son ningún misterio. Son bien conocidas hoy, y parte de ellas las exponen los autores al final del volumen.

El libro aborda casi todos los temas importantes en torno a la vida, mensaje, misión de Jesús:

• Una breve historia de la investigación hasta el presente (desgraciadamente la autora, Carmen Bernabé, sigue con el viejo esquema de las “Tres búsquedas de Jesús”, y aunque lo somete a leve crítica (p. 24) acepta la etapa de “No Quest” (= “No hubo búsqueda del Jesús durante un cierto tiempo”). Con ello se ignora o se elimina de la historia medio siglo de investigación.

No se mencionan las importantes obra sobre Jesús de C. Guignebert, de M. Goguel, otras en lengua inglesa, menos conocidas, pero reseñadas por W. P. Weaver en The Historical Jesus in the Twentieth Century 1900-1950, Harrisburg, Trinity Press Int., 1999, como C. G. Montefiore, o R. Eisler (en alemán), aunque sí parecen mencionadas por Carmen Bernabé las obras de A. Loisy y del P. Lagrange.

• El contexto de la vida de Jesús: sus orígenes familiares, su educación, relación con Juan Bautista. Aquí resulta interesante ver cómo se abre la posibilidad de que los hermanos de Jesús fueran realmente hermanos carnales = p. 55: “Desde un punto de vista histórico, esta opinión no podría ser descalificada” (lo que va contra el dogma de la perpetua virginidad de María: la consecuencia no se obtiene). Aquí criticaría a C. Gil el que no cite bibliografía española, seria, sobre el tema (sobre la vida “oculta” de Jesús, y sobre Jesús y las mujeres, por ejemplo).

• La enseñanza de Jesús. El capítulo sobre el reino de Dios de R. Aguirre es bueno. Pero no se puede afirmar que para Jesús Dios “no es rey, sino padre” (p. 194), sino ambas cosas; sólo que hace más insistencia en lo segundo. Tampoco aparece –casi ni se menciona- algo fundamental en este apartado: el reino de Dios predicado por Jesús iba a cumplirse –al menos en una primera fase- aquí en la tierra; era un reino terrenal, no celestial. Y en concreto en la tierra de Israel. Además de los bienes espirituales, el reino de Dios predicado por Jesús tiene claras connotaciones materiales. R. Aguirre no expone esto.

• Los hechos de Jesús, sanaciones y exorcismos. Se eliminan como no históricos los "milagros contra la naturaleza". Pero no se obtiene conclusiones netas sobre la fiabilidad de los evangelios a este respecto.

• Las relaciones de Jesús: destinatarios del Reino, discípulos en general, el grupo de los Doce, las mujeres (en calidad de qué “seguían” a Jesús y la posibilidad de que en el siglo I un rabino pudiera tener por discípulas a mujeres, los adversarios de Jesús…

• La experiencia religiosa de Jesús: el Dios de Jesús (no se plantea con la claridad deseable si Jesús se creyó a sí mismo realmente Dios). No se obtienen las consecuencias de esta realidad.

• El conflicto final de Jesús, condena y muerte (se acepta como “algo sumamente probable” (p. 183) que “”Jesús fue condenado por el poder romano… con el castigo que se daba a los criminales, por considerarlo culpable de un delito político que tenía que ver con la seguridad del estado… en ella tuvieron parte las autoridades religiosas judías… que no tenían poder de dictar pena de muerte (¡ojo a la errata ius gladiis, por ius gladii! p. 180; igualmente no debe decirse “ad usum Delphinis”, sino Delphini”: p. 243), pero prendieron a Jesús y lo presentaron ante Pilato de forma que resaltara la peligrosidad de las consecuencias políticas de su persona y su mensaje” (p. 184). Excelente síntesis, en la que –muy afortunadamente- no hay mención ninguna a una acusación interna por “blasfemia”.

La personalidad de Jesús: “¿Quién es Jesús?”: maestro, carismático, profeta escatológico, mesías, hijo del hombre, hijo de Dios. Pero, de nuevo, se escamotea la pregunta candente sobre si el sentido de filiación de Jesús incluye o no una paternidad real que vaya más allá de la “paternidad” de Dios, admitida por el Antiguo Testamento, para personajes especiales (rey, profeta, mesías) que siguen siendo sólo humanos.

El debate moderno sobre la resurrección. De nuevo me hubiera encantado que la autora, Carmen Bernabé, hubiera comentado bibliografía española sobre el tema que responde de modo directo y claro a la cuestión del surgimiento histórico de la fe pascual, cómo esta fe reinterpreta la figura del Jesús terreno, lo que da lugar a diversos cristianismos, de entre los cuales unos vencen y otros son derrotados. No hay mención.

Quiero señalar que en estas páginas abundan ciertos clichés que hemos señalado repetidas veces y de los que se ha ocupado en sus postales del año pasado sobre Jesús Fernando Bermejo en el otro blog de "Religióndigital". Así: los mismos clichés sobre Juan Bautista y Jesús (p. 149), las mismas generalidades sobre el Dios amoroso de Jesús y la prédica edificante al respecto (pp. 150-151), citas sólo de teólogos católicos (pp. 155-157); la misma ambigüedad respecto a los responsables de la crucifixión: el poder romano (p. 183) y el poder judío (p. 184).


Lo último que deseo comentar de este libro recomendable –a veces valiente, a veces timorato- es la Cuarta parte, "Para profundizar” obra de los tres autores a la limón, que trata de la “relevancia actual de la historia de Jesús”. En este apartado los tres autores reflexionan –entre otras cosas- sobre:

• Los consensos actuales en los estudios sobre el Jesús histórico. En el punto 7 se destaca “Jesús se mantuvo siempre fiel al judaísmo”. La pregunta resulta evidente: Si Jesús se mantuvo siempre fiel al judaísmo…, nunca intentó fundar una religión nueva. Entonces, ¿cómo surgió el cristianismo? ¿Quién es el, o los, fundador(es) del cristianismo? El tema, candente, no se plantea.

• Sobre el problema razón-fe: ¿es posible que un fiel creyente se halle incapacitado para hacer auténtica historia sobre Jesús?

Aguiire – Bernabé - Gil responden que “no”, que la condición de creyente no descalifica para la investigación plena e histórica sobre el Nazareno. Critican entonces la obra de José Montserrat (“El Galileo armado”, Edaf, 2008, Gonzalo Puente Ojea (obras diversas, sobre todo “Fe cristiana, Iglesia, poder”, Siglo XXI, 1991) y Fernando Bermejo (su largo artículo doble sobre “historiografía, exégesis e ideología. La ficción contemporánea de las ‘tres búsquedas’ del Jesús histórico”, de la Revista Catalana de Teología 30 [2005] 349-406 [los datos de la p. 244 del libro que comentamos están equivocados] y 31 [2006] 53-114).

Me fijo en la crítica más incongruente, a mi parecer. De F. Bermejo dicen Gil-Bernabé-Aguirre que “con una erudición enorme” (p. 243) piensa que la “investigación crítica sobre Jesús ha llegado desde hace tiempo a unas conclusiones incompatibles con la fe cristológica”…, para luego a continuación afirmar solemnemente los mismos autores que “nos parecen inaceptables estas descalificaciones a priori, y que es ésta una de las razones que nos han movido a escribir este libro. Nadie está libre de presupuestos…” (p. 244).

Me pregunto: personajes como J. Montserrat –estudioso consagrado de estos temas desde hace muchos años-; G. Puente Ojea, cuya biblioteca sobre Jesús de Nazaret es majestuosa, absolutamente espléndida, y que compra todo lo que de importante aparece en el mercado-, y F. Bermejo, de “enorme erudición”, ¿llegan a conclusiones a priori después de larguísimos años de estudio…?

Sencillamente no lo veo. ¿Cómo se puede tener una enorme erudición y al cabo de tanto tiempo de reflexión y de estudio formular descalificaciones a priori?

Pienso que cuando un investigador pertenece a una iglesia, tiene ciertos límites que no puede traspasar. Si no, que se lo pregunten a Juan José Pagola y a Roger Haight…, personajes cuyas ideas han sido comentadas por mí.

Segundo: ser independiente no supone tener inquina cierta contra la religión. Quizá en algunos casos. En el del que esto escribe: puedo asegurar en mi caso, pues soy el que redacta esta presentación y crítica, que mi sesgo no impide ser amigo verdadero de muchos creyentes, y que no es óbice para respetar profundamente la opción religiosa.

Es más: soy un decidido defensor de la religión, para quien lo crea y sienta (con tal de que no sea fundamentalista y esté dispuesto a matar, o a insultar, por ello), y opino que la religión es útil para muchos, para quienes ofrece apoyo y consuelo.

Pero a la vez pienso que la pertenencia a una organización estructurada impone límites ciertos al pensamiento. La afirmación de Aguirre - Bernabé - Gil de que “nos parece adecuada la expresión ‘Jesús real’ para referirse al Jesús de la fe, el presentado por los evangelios canónicos” (p. 248) me parece profundamente inadecuada para una obra de talante histórico como es la que ellos editan.

Igualmente: “La fe cristiana pretende captar lo más real de Jesús y, en su obra y vida histórica, descubre su realidad divina, su especial vinculación con el Padre y el sentido profundo de su existencia y misión” (p. 248) me parece también un desenfoque absoluto desde la perspectiva de la historia y la investigación. Esta formulación me convence más aún de que Fernando Bermejo –en el punto criticado por este libro- tiene toda la razón.

De todos modos, es un honor que contra personajes como él, y como ellos, se escriba este libro.

Mi conclusión es:

A pesar de las pegas que honestamente he formulado, me vuelve a parecer que el libro presente, Qué se sabe de Jesús de Nazaret, merece la pena ser leído, a veces más que por lo que dice, por lo que apunta.

Van calando poco a poco aun en la investigación católica los resultados de los métodos histórico-críticos. Se van aceptando interpretaciones y resultados que hace unos treinta años, o incluso menos, no eran ni nombrables. Y como está firmado por autores católicos, y muy católicos, tendrá interés para muchos, y es un cierto consuelo para quienes hemos defendido esas posturas que hoy admiten desde otros puntos de vista. El libro ilustra mucho, además, sobre las líneas de investigación actuales sobre Jesús, aunque tenga poco en cuenta, a veces, la línea independiente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• Hoy en el otro blog “” se trata del mismo tema.
En días inmediatamenteanteriores: "¿Por qué decimos que el Evangelio de Marcos es paulino? (I y II)"

Martes, 27 de Octubre 2009

Hoy escribe Antonio Piñero


Después de que hemos visto ya una perspectiva general de cómo a finales del siglo I, probablemente, se hizo una edición de las cartas paulinas, vamos ahora a considerar si 1 Corintios es una de esas cartas compuestas en las que se puede notar la mano de un editor.

Respecto a esta Epístola hay ciertos indicios de que se trata ciertamente de una amalgama de cartas de Pablo. Y lo curioso es que cuando el filólogo husmea y descubre que hay una sucesión de cartas, y éstas se ponen en orden, se entiende mejor el proceso histórico, lo que ocurrió de hecho en la comunidad de Corinto que motivó el que Pablo hubiera enviado diversas cartas a la comunidad. Al mismo tiempo se entiende mejor el mensaje contenido en tasles cartas.

Los indicios de la composición son los siguientes (sigo aquí de nuevo –aunque parcialmente; en algunos momentos mostraré mis dudas, vacilaciones, u otras opiniones- a Senén Vidal, Pablo. De Tarso a Roma, Sal Terrae, Santander, 2008, pp. 145-146).

El lector que esté interesado en una especificación más amplia, puede consultar del mismo autor, Las cartas originales de Pablo, Trotta, Madrid, 1996, 119-121:

A. En 1 Cor 5,9-11 parece haber una noticia sobre una carta anterior de Pablo a los corintios. Muchos autores opinan que es una carta perdida. Otros, que puede reconstruirse a partir de 1 Corintios. Seguimos esta opinión. He aquí el pasaje:


“9 Al escribiros en mi carta que no os relacionarais con los impuros, 10 no me refería a los impuros de este mundo en general o a los avaros, a ladrones o idólatras. De ser así, tendríais que salir del mundo. 11 ¡No!, os escribí que no os relacionarais con quien, llamándose hermano, es impuro, avaro, idólatra, ultrajador, borracho o ladrón. Con ésos ¡ni comer!”


B. Hay pasajes en 1 Cor que rompen la secuencia esperada de las ideas y que parecen suponer una situación diferente. Es decir, es presumible que se refieran a otra carta. Así:

1 Cor 6,1-11. El pasaje trata de pleitos entre miembros de la comunidad cristiana, cosa que a Pablo le prece muy mal:


1 Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, y no ante los santos? 2 ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías? 3 ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? Y ¡cómo no las cosas de esta vida! 4 Y cuando tenéis pleitos de este género ¡tomáis como jueces a los que la Iglesia tiene en nada! 5 Para vuestra vergüenza lo digo. ¿No hay entre vosotros algún sabio que pueda juzgar entre los hermanos? 6 Sino que vais a pleitear hermano contra hermano, ¡y eso, ante infieles!

7 De todos modos, ya es un fallo en vosotros que haya pleitos entre vosotros. ¿Por qué no preferís soportar la injusticia? ¿Por qué no dejaros más bien despojar? 8 ¡Al contrario! ¡Sois vosotros los que obráis la injusticia y despojáis a los demás! ¡Y esto, a hermanos!

9 ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios. 11 Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.

Pero:

- Este tema de los pleitos nada tiene que ver con el capítulo anterior, el 5 (vv. 1-13), que trata de una unión incestuosa dentro de la comunidad.

- Este asunto de una unión sexualmente reprobable (1 Cor 5,1-13) está unido con lo que sigue a continuación del fragmento que hemos transcrito más arriba (6,12-20), que comienza “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen…”

Por tanto: parece que 1 Cor 5,13 empalma mejor con 1 Cor 6,12, si nos saltamos el fragmento que hemos transcrito (6,1-11)

- Parte del contenido del capitulo 5 (los vv. 12-13) no encaja bien con el contenido de 6,1-11. Los ponemos juntos para observarlo


5,12-13: “12 Pues ¿por que voy a juzgar yo a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes vosotros juzgáis? 13 A los de fuera Dios los juzgará. ¡Arrojad de entre vosotros al malvado! ” 6,2-3: “2 ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías? 3 ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? Y ¡cómo no las cosas de esta vida!”.


- Da toda la impresión de que el editor ha juntado estas líneas anteriores simplemente porque se encontró con que en ellas se hablaba de “juzgar”… ¡Pero el contenido del “juzgar” es muy distinto! Con otras palabras: parece que el editor ha unido dos fragmentos porque en ellos aparecía la misma palabra clave -"juzgar"- aunque el contenido de lo que se trata es distinto.

- La lista de vicios de 1 Cor 5,9-11 se repite en 1 Cor 6,9-10. Los ponemos de nuevo juntos y veremos que parece poco probable que Pablo se repita a sí mismo tan cerca:

5,9-11: “9 Al escribiros en mi carta que no os relacionarais con los impuros, 10 no me refería a los impuros de este mundo en general o a los avaros, a ladrones o idólatras. De ser así, tendríais que salir del mundo. 11 ¡No!, os escribí que no os relacionarais con quien, llamándose hermano, es impuro, avaro, idólatra, ultrajador, borracho o ladrón. Con ésos ¡ni comer!” 6,9-10: “9 ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios”.

Parece, por tanto, más lógico que los dos fragmentos pertenezcan a cartas distintas.

En conclusión: parece al menos que 1 Cor 6,1-11 -que trata de pleitos entre miembros de la comunidad cristiana- es una unidad por sí misma, que no encaja bien con lo inmediatamente anterior (5,1-13) y con lo inmediatamente posterior (6,12 y siguientes).

Así que aquí, posiblemente tendríamos un fragmento de una carta introducida por el editor paulino dentro de los capítulos 5 y 6 de 1 Corintios.

Soy consciente de que estas filigranas son complicadas para los lectores. Pero cuando presentemos las cartas a los corintios una detrás de otra, y cada una seguida y por sí misma, y expliquemos qué iba pasando en el entretanto, se verá que la cuestión se aclara un poco más. Así que pido un poco de paciencia a los lectores.

Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

………….

En el otro blog de Religión digital el tema es:

“¿Por qué decimos qu el Evangelio de Marcos es paulino? I y II”.

De nuevo saludos

Lunes, 26 de Octubre 2009
Hoy escriben Florentino García Martínez y Antonio Piñero

Afortunadamente, ya durante el mismo congreso de Upsala (mencionado en la postal del domingo anterior) y en las publicaciones posteriores de los años ochenta del siglo pasdo se había abierto camino <una nueva comprensión de la apocalíptica, que es la predominante hoy día y la que aquí empleamos en esta serie. Esta concepción acepta una buena parte de los resultados depuradores y esclarecedores que el esfuerzo por definir la apocalíptica y el género literario “apocalipsis” han producido, y asume el rigor terminológico que los trabajos precedentes han impuesto.

Pero al mismo tiempo no se resigna a la reducción de la apocalíptica a un simple género literario, convencida de que sin la apocalíptica no es posible comprender los apocalipsis..., y en definitiva la parte correspondiente del cristianismo.

En síntesis, si el Libro de los Vigilantes, el Libro de los Sueños y la Epístola de Henoc, tres verdaderos apocalipsis de origen y de época diversa, pudieron ya en el siglo I de la era común ser recogidos e integrados en la unidad superior que es el Libro I de Henoc, que nosotros conocemos, y que es a su vez un verdadero apocalipsis, esto fue posible porque esas tres obras reflejaban, a pesar de las diferencias, una misma corriente de pensamiento, porque eran herederas de una misma tradición, y no porque las tres pertenecían a un mismo género literario que como tal era completamente desconocido para los autores mismos que escribían apocalipsis.


Esta concepción de la apocalíptica se ha desarrollado a lo largo de dos líneas de investigación:

• Una, tipificada por Paolo Sacchi, cuya obra hemos reseñado repetidas ves en este blog (en Internet puede verse una larga lista de sus obras al respecto). Sacchi interpreta la apocalíptica en una perspectiva histórica y traza la evolución de sus ideas maestras y su desarrollo mediante la interacción con otras corrientes de pensamiento del judaísmo de la época;

• La otra, representada por L. Hartman y D. Hellholm:

- Del primero señalamos: D. Hellholm, Das Visionenbuch des Hermas als Apokalypse : “El libro de las visiones de Hermas como Apocalipsis”(Lund 1980);

- Del segundo: “The Problem of Apocalyptic Genre and the Apocalypse of John” : “El problema del género apocalíptico y el Apocalipsis de Juan” en la colección de ensayos Society of Biblical Literature Seminary Papers 1982 (Chico 1982) 157-198), desarrolla un acercamiento sintagmático e intenta precisar la función sociolingüística de los textos e iluminar en qué sentido la forma misma es transmisora de contenido.

En esta concepción, que es la que aquí empleamos, la apocalíptica es una corriente de pensamiento (a la que posteriormente se unieron sobre todo esenios, y unos pocos fariseos) que nace en el contexto religioso y cultural concreto del judaísmo postexílico, que se desarrolla durante un largo período de tiempo reaccionando interactivamente con otras corrientes de pensamiento del medio ambiente judío, como la tradición profética o la tradición sapiencial, y que se plasma en las distintas obras que designamos como “apocalipsis”.

Esta corriente de pensamiento debía ser lo suficientemente compleja para poder engendrar obras tan diversas como son los distintos apocalipsis y lo suficientemente poderosa como para conseguir que uno de sus productos representativos, una buena parte del Libro de Daniel, consiguiera ser aceptado en el canon de la Escritura.

En el interior de esta tradición apocalíptica judía, cuyas principales fases de desarrollo podemos ahora seguir desde su primer producto literario conservado (el Libro de los Vigilantes) hasta sus representantes de finales del siglo I d.C. (como el Libro IV Esdras o Apocalipsis siríaco de Baruc) se desarrollan ciertas ideas características, como

• La explicación del origen del mal en el mundo como resultado de la intervención de un agente angélico,

• El determinismo el dominio sobre el mundo de las fuerzas del mal y la destrucción final de estas fuerzas por el juicio divino,

• El paso de una estructura metahistórica a una estructura histórica y la periodización de la historia,

• La comunión con el mundo angélico,

• El tema de la mediación entre el hombre y Dios,

• El desarrollo de las figuras mesiánicas,

• La resolución del problema de la retribución mediante la resurrección, por no citar más que algunas de la larga lista que podría componerse.

Estas ideas, por supuesto, no aparecen siempre bajo la misma forma ni se encuentran todas y cada una de ellas en cada apocalipsis. Sobre todo, aparecen formuladas no con nuestro lenguaje teórico y abstracto, sino en un lenguaje mitopoético, imaginativo más que descriptivo, lleno de cisiones y ensueños, transportes y raptos del alma, etc., un lenguaje que más que explicar la revelación que transmite intenta hacer participar de la experiencia visionaria que refleja, un lenguaje que debe, por tanto, ser respetado, puesto que es el vehículo esencial de esa comunicación.

Concluiremos pronto.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

………..

• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata de mismo tema, pero el viernes y el sábado pasados se trató de lo siguiente:

• Si se compuso el Evangelio de Marcos después del año 70 ¿destrucción del templo de Jerusalén.

• Dónde y para qué tipo de lectores se compuso el Evangelio de Marcos

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• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.



Domingo, 25 de Octubre 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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