CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Comentamos muy brevemente el pasaje siguiente:

« Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos (Mt 18,19: traducción de la Biblia de Jerusalén ). »

Hay en general poca discusión entre los especialistas a la hora de rechazar la autenticidad de esta sentencia pretendidamente jesuánica. Pero antes de exponer los argumentos usuales, permítaseme aclarar el sentido de la frase que no es exactamente como suena en una lectura apresurada.

En primer lugar la traducción literal es la siguiente: “Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa (griego: perì pantòs prágmatos), para pedir luego algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos”

El sentido es el siguiente: primero deben ponerse de acuerdo dos de entre los fieles que tengan una disensión o litigio; luego puede procederse a la oración en común.

La clave para esta traducción lo da la palabra griega prágma, que significa técnicamente un “litigio o discusión dentro de la comunidad”, según se deduce, por ejemplo, de 1 Cor 6,1: “¿Osará alguno de vosotros que tiene un litigio (griego: prágma) con otro acudir en juicio ante los injustos (paganos) y no ante los santos (los fieles; es decir, un tribunal interno de los creyentes)”.

Por tanto, la idea del dicho es: Antes de rezar, y si se quiere que la plegaria tenga éxito, hay que deponer/eliminar cualquier litigio que haya entre los creyentes. Luego se puede rezar con la confianza que Dios otorgará lo que se pide.

El problema general para admitir la historicidad de esta sentencia es que se halla en un marco notablemente redaccional, es decir, propio de la composición del evangelista Mateo: las instrucciones sobre la disciplina de la comunidad de creyentes puestas por éste en boca de Jesús.

No se niega que el transfondo pueda provenir de reglas sobre el proceder del grupo de los Doce y de los discípulos que pueden venir de Jesús mismo…, pero tal como están en el evangelio, son obra del redactor.

Hay otros argumentos que apuntan hacia una tarea redaccional

a) Las concordancias entre la frase de Mt 18,19 y todo su contexto que comienza ya en el v. 16, proporcionadas por la crítica literaria (por ejemplo, la repetición de “toda cosa” [v. 19] y “toda palabra” [v. 16], o la repetición de “dos reunidos” del v. que comentamos con el “uno o dos” del v. 16). Y este contexto es redaccional.

b) el lenguaje propio de Mateo en el v. 19 que estamos comentando: “en la tierra” y la antítesis entre “tierra y cielo” parecen mucho mejor explicables si en vez de pensar en una transmisión fiel de lo que dijo el Jesús histórico, se piensa en la labor redaccional del evangelista Mateo.

Además, vimos ya en la nota anterior –a propósito de Mt 18,10- como la frase “vuestro Padre que está en los cielos” es claramente un producto típico de la redacción mateana.

Por si fuera poco, se opina también por lo general que la sentencia que sigue (Mt 18,20: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”) no es más que una cristianización de una frase judía que se refiere a la presencia de Dios entre aquellos que se dedican al estudio de la Ley.

En síntesis: es difícil suscribir al Jesús histórico –tal como está- el dicho que comentamos recogido en Mt 18,19. Todo lo más puede decirse que el conjunto tiene reminiscencias del Jesús de la historia. De nuevo y desde luego, la expresión que nos interesa “mi Padre que está en los cielos” no puede adjudicarse sin más a Jesús. Ningçun argumento de "filiación especial de Jesús" puede construirse sobre ella.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com


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ANUNCIO DE CONFERENCIA
(para los que viven en Madrid)

El grupo Hepta, dentro de su ciclo habitual de conferencias, ha programado una para el próximo día 2 de febrero, lunes, con el título de:

"Judas Iscariote, ¿un enigma resuelto?"

a cargo del Prof. Dr. Antonio Piñero.

La conferencia se celebrará en el Colegio Jesús y María, c/ Juan Bravo, 13,

Metro Velázquez, salida, Juan Bravo.

A las 19.30 horas

Desgraciadamente hay que cobrar entrada para todos los gastos de organización:

El precio de la entrada a dicha conferencia es de 9 Euros que se abonan en la entrada.






Sábado, 31 de Enero 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

El texto que comentaremos es el siguiente:

« “Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos”. »

Casi todos los estudiosos independientes sostienen que esta sentencia de Jesús no tiene nada que ver con la parábola que le sigue, la oveja perdida, y que es un dicho que tiene sentido por sí mismo. Por tanto, así hay que considerarlo. ¿Pertenece al Jesús histórico?

En líneas generales los investigadores están de acuerdo en que, en lo tocante al tema en general sí podría pertenecer. La idea de que los “niños” es decir los “sencillos”, que abren su corazón y mente a la predicación de Jesús sobre el reino de Dios, no deben ser despreciados en absoluto es muy del Jesús de la historia. Por el “criterio de coherencia” debe, pues, de aceptarse su pertenencia a este Jesús el dicho que comentamos.

Apoya este criterio el pasaje de Mc 9,42 (“Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar”.) que se considera generalmente como histórico.

El segundo argumento en pro de la autenticidad es que el vocabulario de este dicho no es peculiar de Mateo. Incluso hay dos “hápax” (un “único”) que sólo se hallan aquí en este evangelio:

a) la expresión siempre por medio del griego dià pantós;
b) la expresión “rostro de Dios”, que no aparece en ningún otro lugar.

Por tanto no parece que haya retoques mateanos, es decir secundarios, en este dicho.., salvo lo que diremos al final.

El tercer argumento para atribuir este dicho al Jesús histórico es su doctrina sobre los ángeles: por un lado, se enmarca muy bien en la angelología judía del miomento de Jesús; por otro tiene de particular que muestra ciertos rasgos propios: los ángeles actúan que están dedicados a un grupo de hombres concretos (“ángeles de la guarda”, concepto muy judío) actúan en la tierra y no en el cielo como es lo común. Segundo: estos ángeles “ven el rostro de Dios”, lo cual no es común en el judaísmo.

Parece, pues que Mateo no se inventó estos rasgos, sino que los tomó de la tradición inmediatamente atribuible a Jesús (Criterio de “plausibilidad” y, a la vez, de “dificultad”: el dicho muestra rasgos específicos de Jesús que no corresponden al judaísmo habitual sin salirse de su marco).

Por tanto, la conclusión es clara: el dicho procede del Jesús histórico.

Sin embargo, la mayoría de los intérpretes están de acuerdo también en que sí hay un añadido de la pluma de Mateo al final después de “rostro”: en vez de “Dios”, Mateo ha añadido de su propia cosecha “de mi Padre que está en los cielos”.

¿Por qué se cree que estas palabras son propias de Mateo y no de Jesús?

Por dos razones:

a) corresponde al lenguaje típico de Mateo, empleado en otras ocasiones en los que también se piensa en añadidos de su mano, y
b) corresponde a una teología de la iglesia primitiva que recalca la filiación divina de Jesús, una vez que ya no está en la tierra y lo considera sentado a la diestra de Dios.

En conclusión –que prefiero que sea del sacerdote católico Schlosser, y no mía-:

« Aunque el tema general del logion se integra de forma satisfactoria en la predicación de Jesús, sería imprudente apoyarse en Mt 18,10 cuando se trata de estudiar la designación divina en labios del Jesús prepascual (es decir, terreno, histórico)” (p. 173). »

Con otras palabras: para decepción de algunos debe sin embargo sostenerse que la frase "mi Padre que está en los cielos" es un añadido del evangelista Mateo a una sentencia original de Jesús: no se puede construir sobre ella ninguna argumentación en lo que se refiere al Jesús de la historia.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

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ANUNCIO DE CONFERENCIA
(para los que viven en Madrid)

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"Judas Iscariote, ¿un enigma resuelto?"

a cargo del Prof. Dr. Antonio Piñero.

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Viernes, 30 de Enero 2009
Hechos Apócrifos de los Apóstoles
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Hechos apócrifos y cultura cristiana

Hemos demostrado en otras páginas que la literatura apócrifa ha influido en nuestra cultura y está presente en nuestras tradiciones y recuerdos. Sin los datos de las obras apócrifas quedaría manca la razón de numerosas creencias que forman parte integrante de la fe cristiana. Los Hechos apócrifos de los apóstoles surgen en una época de la historia de la Iglesia, excepcionalmente importante en la formación del pensamiento cristiano. A través de sus páginas percibimos las ilusiones, las obsesiones, las preocupaciones que se movían entre la esperanza y el temor. Se iba decantando un cristianismo de perfiles muy definidos bajo la protección de una autoridad doctrinal.

Pero la realidad era que a su lado proliferaban otros cristianismos no oficiales, que luchaban bajo sospechas de tergiversación y engaño. Según los maestros oficiales, esos cristianismos habían equivocado el camino adecuado para llegar a la verdad y la consiguiente salvación. Forman el elenco numeroso de “Cristianismos derrotados” de acuerdo con la denominación de Antonio Piñero. El optimismo de la economía cristiana chocaba con actitudes que ponían en los corazones sencillos una raíz de desconfianza. Mucho más cuando la enseñanza oficial sembraba la idea de que las otras formas de cristianismo quedaban etiquetadas bajo el epígrafe de herejías. El término griego de háiresis significaba solamente secta, grupo separado. Pero acabó por significar doctrina errónea.

Hemos visto que el calificativo de “apócrifos” fue cargándose de connotaciones negativas. Porque en las obras calificadas de apócrifas pesaban más los aspectos negativos que los positivos. “No” pertenecen a la lista de libros sagrados, “no” están inspirados por el Espíritu Santo. En consecuencia, "no" eran recomendables para el uso ordinario. En múltiples ocasiones los santos Padres y hasta concilios ecuménicos y listas oficiales los tachaban de condenables y rechazables. El concilio II de Nicea, VII de los ecuménicos, condenó los Hechos apócrifos de Juan en el contexto del debate de los iconoclastas. Todo porque en los HchJn se contaba la historia de un retrato de Juan, cuya veneración había sido censurada por el mismo Apóstol (HchJn 26-29). Los Padres conciliares interpretaron que su gesto iba contra la veneración de las imágenes en línea con los iconoclastas.

Pero el concilio citó y condenó otros fragmentos de estos Hechos (c. 94-102), añadidos por manos extrañas y claramente de mentalidad gnóstica. El carácter de apócrifos no quitaba de suyo nada a sus eventuales valores literarios, estéticos y doctrinales. Los HchAp tienen páginas realmente hermosas. Himnos, como el de la Danza en los HchJn (c. 94-95) o el de la Perla (HcchTom 108-113), considerado este último como “uno de los documentos más hermosos de la gnosis” (Bornkamm en Hennecke-Schneemelcher), son textos literariamente excelsos.

Y ya hablamos otro día del influjo real de los evangelios apócrifos en la formulación de dogmas tan importantes como los de la Asunción, la Virginidad perpetua de María y hasta de la misma divinidad de Cristo. De todas maneras los mismos herejes reconocieron en los HchAp un escaparate importante para la transmisión de sus doctrinas. Ello quiere decir que consideraban estas obras como una palanca eficaz de propaganda. Es decir, que a pesar de sus etiquetas negativas, eran obras de lectura apreciadas por el público cristiano y vehículo de tradiciones y enseñanzas. En otra ocasión hemos podido ver cómo algunos recuerdos de personajes y sucesos cristianos han quedado en la tradición oficial gracias a los libros apócrifos.

El siglo II, en el que nacen los más importantes de los HchAp primitivos, fue el siglo de oro del gnosticismo y de un cierto choque generalizado de la doctrina cristiana en período constituyente con los presupuestos paganos. Fue también el siglo de los Apologistas, de un Justino, un Atenágoras, Taciano o Teófilo, que afilaban su dialéctica para responder a las objeciones de la filosofía griega. Era también el siglo en el que se dejaba sentir con fuerza la tendencia retorizante de la Segunda Sofística.

El movimiento cristiano con todas sus variantes, el pensamiento hebreo y la cultura griega forman un conjunto, cuyas líneas son claramente perceptibles en el texto de los HchAp. Y como tendremos ocasión de comprobar, la Biblia está en ellos presente de diversas formas. Un dato que ya adelantamos es que las únicas citas textuales recogidas en los HchAp son de la Sagrada Escritura de ambos testamentos. Todo en los moldes de la versión griega de los LXX, producto de un trabajo que ha merecido los honores del mito y de la leyenda.

El cristianismo se extendió básicamente por el mundo de habla griega. Y el griego acabó siendo la lengua vehicular de su teología. En la Biblia encontraron los cristianos helenistas una nueva forma de pensar expresada en su idioma. Y como en un principio no se tenía la evidencia de que el nuevo pensamiento religioso representara una ruptura frente a la postura religiosa de los hebreos, la versión griega de los LXX, común a los judíos de la diáspora y a los nuevos cristianos, les brindaba un estilo que pronto se convirtió en sagrado. Porque los autores del Nuevo Testamento imitan las formas literarias de la versión griega, en las que también se inspiraron los predicadores de los hechos cristianos. Ellas son en definitiva los moldes que dan forma a las novedades doctrinales del nuevo Israel. De ahí que su estilo sacralizante aparezca sensiblemente en los escritos canónicos del NT y en los que, como los HchAp, se derivan de ellos.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro



Jueves, 29 de Enero 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

El texto que comentamos y sobre todo su contexto, el de la fundación de la Iglesia por Jesús es uno de los más debatidos del Evangelio de Mateo por la crítica filológica e histórica.


« “«Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” »

Y la razón es clara: se enmarca en una perícopa que habla claramente del primado de Pedro y de la fundación por parte de Jesús de una iglesia…, claramente la católica, lo cual fastidia en verdad mucho a la exégesis protestante.

A pesar de una tradición de siglos, y de que vivimos en un país de tradición católica, hay que decir que incluso entre los críticos confesionales católicos hay un acuerdo generalizado en ver que esta perícopa de la fundación de la Iglesia por Jesús y del primado de Pedro no puede retrotraerse al Jesús histórico.

Los argumentos se centran sobre todo en que no cuadra en absoluto en la imagen que se consigue por otras vías del Jesús histórico la fundación de un grupo como el que resultó, la Iglesia, llena de gentiles y con vocación de durar por siglos y milenios, con su mentalidad condicionada por la creencia en un fin inmediato del mundo y su predicación restringida a Israel.

El segundo argumento es que el marco de toda la narración de Mt 16,13-20, la confesión de la mesianidad de Jesús por parte de Pedro en las cercanías de Cesarea de Filipo, está tomado del evangelista Marcos, al que Mateo ha efectuado una serie de añadidos peculiares ausentes no sólo de su fuente, sino también de Lucas y de Juan. Parece extraño que algo tan fundamental como la fundación de la Iglesia esté clamorosamente ausente de los evangelios de Marcos, Lucas y Juan.

El tercero es que no es convincente el argumento del lenguaje arameo de la perícopa, esgrimido en general por los investigadores católicos que aceptan la historicidad de ella.

En efecto, salvo el apelativo arameo de Pedro “Barjona” (probablemente tomado de una tradición anterior) el resto son “semitisimos” anclados en la tradición, es decir, que habían pasado ya a ser bien y riqueza común entre los cristianos (así reino de los cielos o Padre qu estás en los cielos, atar y desatar = perdonar). Por lo tanto pudieron ser perfectamente añadidos por el evangelista Mateo en su gabinete de trabajo sin tener que recurrir más que a su memoria. Es decir, tales semistismos no tienen que provenir necesriamente del Jesús histórico, sino de la tradición posterior.

Por tanto, si toda la perícopa es un producto redaccional, no se pude obtener nada para nuestro estudio de la frase de Jesús sobre su Padre -“No te ha revelado esto (a saber, que yo soy el mesías) la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”- ya que se corresponde perfectamente con la teología de la iglesia postpascual a la que Mateo pertenece: esa comunidad creía ya, naturalmente, que Jesús era hijo real y auténtico de Dios. Eso no se discute. Lo que investigamos es si esta proposición puede atribuirse al Jesús de la historia, y una vez más vemos que no es posible.

Por tanto también, esta teología pertenece a la reinterpretación de la figura y misión de Jesús por sus seguidores, no al Jesús histórico. El origen fue probablemente así: en la comunidad de Mateo, un profeta cristiano puso en boca de Jesús palabras que se referían sólo a la elección del grupo de los Doce, acomodándola a la situación presente: la separación del grupo cristiano de su gtrupo madre, el judaísmo oficial, estaba justificada: Jesús fundó un grupo aparte.

Hay autores incluso católicos que ven en toda esta narración el testimonio de un relato postpascual, que narraba la aparición de Jesús resucitado a Pedro (conforme a Gál 1,15-16: se apareció en primer lugar a Cefas) y que le confirmaba en su primacía como príncipe de los apóstoles.

Para no dar la impresión de ser demasiado crítico y negativo, deseo añadir que puede existir ciertamente un transfondo histórico a toda esta perícopa mateana: como hemos apuntado ya, éste puede ser el recuerdo auténtico de la elección del grupo de los Doce por Jesús. Pero la fundación de este grupo sólo significaba el Israel reconstituido o restaurado que sería el núcleo de los creyentes que participarían en el futuro reino de Dios implantado en la tierra de Israel, no una iglesia cristiana, que ni tenía en mente, ni podía tener, um Jesús que estaba pensando en un fin del mundo inminente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Miércoles, 28 de Enero 2009

Hoy escribe Antonio Piñero

El texto que vamos a comentar es el siguiente:

« “7 Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. 8 No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo” (Mt 6,7-8) »

Se trata de un pasaje complicado porque muestra una actitud de Jesús de crítica a los paganos. Esta postura reticednte no se corresponde con otras actuaciones del mismo Jesús en las que se ve que tendía a considerar bien a los paganos, tanto a los de su época como a los anteriores. Así:

• En Lc 4,25-27: “Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.”

• En el centurión de Cafarnaún, Lc 7,9: “Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.”

• En su juicio sobre las gentes de las ciudades fenicias de Tiro y Sidón, Lc 10,13 “«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían convertido”.

• En la mención a la reina de Saba y los ninivitas, Lc 11,31-32: “La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. 32 Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás”

• En cómo pone bien a los samaritanos en la parábola del “buen samaritano” de Lc 10,33: “Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión”.

Por otro lado, este argumento no parece demasiado fuerte, pues en el conjunto de los Evangelios se nota cómo Jesús no predica jamás a los paganos –no tiene interés por ellos-, afirmando expresamente que él no ha sido enviado más que a las ovejas de la casa de Israel (Mt 10,6; 15,24).

Ambigua es también la relación que puede establecerse entre el contenido de la perícopa que comentamos y un texto de la “Fuente Q”, recogido en Lc 12,30:

« “Que por todas esas cosas (de comer y beber) se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso”.  »

Por un lado, y como esta sentencia parece autentica, si hay convergencia debe aceptarse también como auténtica la de Mt 6,7-8, que estamos comentando, por el “criterio de coherencia”. Por otro, sin embargo, es también posible que el pasaje de Mt se haya inspirado secundariamente en el texto de la “Fuente Q”. Por tanto, sería redaccional, o propio del evangelista.

Otro argumento a favor de la redacción mateana de esta perícopa es la abundancia de vocabulario típico del evangelista. Ello es fácil de comprobar porque desde hace decenios existen estadísticas absolutamente fiables y completas, a veces no sólo de vocabulario, sino también de orden de palabras y de estilo, estadísticas no sólo de los autores de los evangelios, sino también del corpus paulino.

Así, es fácil de comprobar que “charléis” y “palabrería” (griego battalogéo y polylogía) son términos propios de Mateos; igualmente el griego ethnikós, como vocablo para designar a los paganos es típico de Mateo.

Hay otros argumentos muy técnicos de tipo de análisis literario o conceptuales para adscribir esta perícopa a la redacción de Mateo y no al Jesús histórico, que son demasiado complicados para exponer aquí.

La conclusión es que tenemos en estos versículos un producto de la tarea redaccional del evangelista Mateo y que, por lo tanto, difícilmente puede adscribirse al Jesús histórico.

Ahora bien, como el núcleo de la tradición que transmiten estos versículos, en cuanto a su doctrina, parece muy “jesuánica”, hay algunos estudiosos que opinan puede verse como cercanos al Jesús histórico el fondo de Mt 6,7a + 8b, que quedaría así: “Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo”.

Resultado final:

Reducida así esta sentencia a lo que pudo ser ogiginal de Jesús , bien poco puede obtenerse de todos modos en favor de la “filiación extraordinaria de Jesús”. Nuestra investigación ofrece de modo continuo resultados negativos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Martes, 27 de Enero 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Uno de los temas que plantea esta perícopa es el uso, único y extraño en el resto de las palabras de Jesús, de “Tu Padre” referido a sus discípulos. Otras veces sí a aparece “Vuestro Padre” (por ejemplo, Mt 5,16 y 44) como ya hemos comentado. Algunos intérpretes piadosos suelen ver en esta distinción de Jesús un claro indicio de filiación especial divina por parte del Maestro. Pero ¿procede este texto de Mateo del Jesús histórico o existen dudas razonables al respecto.

El pasaje servirá también para que el lector vuelva a caer en la cuenta cómo procede la crítica histórico-literaria para determinar a qué estrato de la tradición –si al del Jesús histórico o al de los evangelistas- pertenece un texto determinado. Lo veremos de la mano de J. Schlosser.

He aquí el texto del pasaje tomado de la Biblia de Jerusalén:

Mt 6,2-6:

« “Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. 3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; 4 así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 5 «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. 6 Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.” »

Mt 6,16-18:

« “«Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. 17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, 18 para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.” »

La primera dificultad para adscribirlo al Jesús histórico es que el pasaje se encuentra sólo en Mateo. Carece de “atestiguación múltiple”, aunque el material en sí es muy judío y típico de la época de Jesús. En especial, la expresión “tu Padre” sólo aparece aquí en toda la tradición de los Evangelios Sinópticos.

La segunda: se nota la mano del redactor en una cuestión formal: en la primera sección la exhortación está en singular; en la segunda, en plural. Por ello, parece sentirse aquí un cambio; suele interpretarse como una acomodación de un posible dicho de Jesús a la catequesis comunitaria cristiana. Por tanto, tal como está no es adscribible al Jesús histórico.

Tercero: el conjunto de los dos pasajes muestra convergencias y divergencias con la manera típica de Jesús de exponer su doctrina y con el contenido de la enseñanza misma.

Convergencias:

• El lenguaje hiperbólico y paradójico es muy típico de Jesús

• El tema de la recompensa por parte de Dios y el de la búsqueda de honores externos son también típicos de Jesús (Mc 12,38-39)

Divergencias:

• La longitud de la exhortación y la composición muy elaborada suena a “trabajo de gabinete” y de escriba por parte de Mateo.

• Hay un juego de palabras en el v. 16 que sólo es posible en griego (aphanízousin: “desfiguran” / phanósin “parezcan”). Como Jesús predicaba en arameo, tal como está esta sentencia no puede provenir directamente de él.

• En el tema del ayuno en concreto (vv. 16-18) se percibe una diferencia clara con Jesús en la manera cómo se formula la crítica: “Se supone una situación ya evolucionada en la que se enfrentan dos comunidades antagónicas, la Iglesia y la Sinagoga, y en donde la primera descalifica a la segunda globalmente en cuanto tal, aplicando a sus miembros el calificativo de hipócrita".

Es cierto que en las disputas Jesús – fariseos aparece este esta descalificación. Pero es precisamente en Mateo, en donde se sospecha que hay también una exageración por parte del evangelista: le interesa exagerar la pugna Jesús – fariseos para que sirva de modelo y de justificación para su situación presente -la que él vive-, a saber en los momentos en los que las comunidades judeocristianas se están separando de los judíos (en torno al año 80, época de composición del Evangelio de Mateo).

Por tanto, reunidas estas observaciones, el dictamen final es que parece notarse en estas “palabras de Jesús” la mano reelaboradora del evangelista Mateo. Por tanto, no pueden adscribirse sin más en su tenor literal al Jesús histórico.

De este modo, los que basándose en este texto postulan una “filiación especial de Jesús que distingue entre “vuestro / tu Padre” y “mi Padre”, se quedan sin fundamento, ya que no podemos estar totalmente seguros de que estas palabras provengan de labios del Jesús de la historia.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Lunes, 26 de Enero 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

El texto completo de Mt 5,16 reza:

« Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. »

Antes de considerar este pasaje –que pertenece como indicábamos al material especial de Mateo que sólo se encuentra en su Evangelio- conviene que digamos que el texto de Mt 28,19 (“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”), uno de los más famosos de entre el material propio de este evangelista, tiene muy pocos defensores –por no decir ninguno- en materia de autenticidad.

Aparte de que son palabras del Resucitado –y ya dijimos que tales dichos no pertenecen a la historia, sino a la fe-, prácticamente todos los exegetas están de acuerdo en que es improbabilísimo que el Resucitado dijera tal cosa. Refleja más bien un material litúrgico propio de la comunidad, en la que está Mateo, y que éste utiliza. Como tendremos ocasión de explicar más largamente en otra ocasión, pasa el Evangelio porque tales palabras fueron dichas en nombre de Jesús por un profeta cristiano, durante un oficio litúrgico, en nombre del Maestro. Y como tal pasó al flujo de palabras de Jesús que recogió el Evangelio, sin marca alguna. Es decir no como “un profeta dijo que Jesús dijo”, sino simplemente “Jesús dijo”.

Para juzgar la historicidad del pasaje arriba transcrito de Mt 5,16 (“Brille así vuestra luz delante de los hombres..”) conviene compararlo con los textos paralelos que son los siguientes:

Mc 4,21: “Les decía también: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero?”

Lc 8,16: “Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz”

Lc 11,33: “Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor”

Jn 8,12: “Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.”

Parece evidente por la comparación de estos textos que el material propio de Mateo queda aislado, sin paralelo exacto con los demás evangelistas. Por tanto ya es de por sí más difícil de defender en cuanto a su historicidad, pues carece de “múltiple atestiguación”.

El segundo argumento que siembra la sospecha es que –como dice Schlosser, p. 161- “su tema, el testimonio (de los cristianos) por las obras, es corriente en la literatura epistolar del Nuevo Testamento (por ejemplo, 1 Pe 2,12 [“Tened en medio de los gentiles una conducta ejemplar a fin de que, en lo mismo que os calumnian como malhechores, a la vista de vuestras buenas obras den gloria a Dios en el día de la Visita”] Flp 2,14-15 [“Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones para que seáis irreprochables e inocentes, = hijos de Dios sin tacha en medio de una generación tortuosa y perversa, = en medio de la cual brilláis como antorchas en el mundo”] etc.); tiene un vocabulario que es propio de Mt”.

Al ser tan notables los contactos entre 1 Pe 2,12 y el texto que comentamos, Mt 5,16, da toda la impresión de que nos hallamos ante uno de los muchos casos en los que no se puede saber si está detrás una palabra auténtica de Jesús, o más bien un dicho tradicional, luego puesto en boca del Maestro.

Lo más verosímil, me parece, considerando todos los paralelos que hemos transcrito, es todo lo más que en el trasfondo del dicho recogido por Mateo hubiera habido una palabra auténtica de Jesús, cuyo tenor verbal sería muy parecido al que recoge Mc 4,21, que hemos transcrito arriba: Jesús habría hecho una comparación del buen hacer moral de sus seguidores con la luz de una lámpara que ilumina a los que están en una casa.

Más tarde Mateo reelaboró ese dicho y lo retocó añadiéndole una frase muy de su gusto: “…glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”, y también el “ante los hombres”.

El final de la reelaboración teológica del tema de la luz se halla en el texto de Jn 8,12 (véase también más arriba) en donde las palabras de Jesús expresan claramente la teología del Evangelista: lo que él opina que en verdad fue Jesús. Esa teología se convierte en discurso, que pedagógicamente se pone en boca de Jesús.

En conclusión, si el dicho –que habla de Dios como Padre- en Mt 5,16 procede probablemente de la labor redaccional evangelista Mateo, en especial esa mención de Dios como Padre, nada se puede obtener de él para elaborar la imagen de una filiación especial del Jesús histórico.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Sábado, 24 de Enero 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

El pasaje que presentamos

« Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu  »

es el último texto de los que sólo Lucas presenta en su evangelio. Pero su historicidad, en opinión de la mayoría de los exegetas, incluidos los católicos, es más que dudosa, aunque el testimonio del pasaje es unánime en todos los grandes manuscritos del Nuevo Testamento: aparece en ellos sin cambios ni dudas especiales.

En primer lugar, el contenido del pasaje es dudoso en cuanto a su historicidad porque la escena que pinta, un Jesús sereno y tranquilo que se encomienda a Dios como su padre en el momento final, no se corresponde en absoluto con la que dibuja Marcos en 14,34: “«¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»”, que es un grito desgarrador. Marcos parece pintar a un Jesús a) que no esperaba ese final desgraciado en la cruz, y b) que no acaba de comprender cómo después de tanto predicar la inmediata venida del Reino, éste no llega.

Esta última pintura es mucho más concorde con lo que por otras vías podemos reconstruir del Jesús histórico. Parece imposible que la iglesia primitiva hubiera inventado final más triste y fracasado teniendo en cuenta que cuando se transmite por vez primera en un Evangelio (hacia el 71 d.C.) la teología comunitaria de Jesús como divino de algún modo es ya muy clara y firme. Por tanto, lo que transmite Marcos es un dato de la tradición muy claro y firme que no puede obviarse.

Por ello, la tradición distinta recogida por Lucas es más que sospechosa: parece una edulcoración consciente de ese momento trágico final de Jesús y la presentación de éste como un modelo a imitar (tema muy lucano) por los cristianos: el héroe indomable que afronta su muerte con serenidad y confianza en Dios.

Hay exegetas, sin embargo, que abogan por la historicidad del dicho que comentamos argumentando que Jesús, como judío piadoso que era, estaba citando expresamente palabras del Salmo 31,6, que en ambientes judíos se empleaba en la oración de la tarde. Ciertamente así es…, ¡pero la cita está presentada en su versión griega (no exactamente del todo, mas sí en sus líneas generales)! Y es muy extraño que Jesús citara ese salmo en una versión que circulaba en la lengua helénica. Parece, por tanto más verosímil que la mano del evangelista Lucas esté detrás de estas palabras de Jesús y no él mismo. Además, dicen los expertos, está probado que fue sólo a lo largo del siglo II cuando se hizo costumbre citar ese salmo como oración vespertina…, ¡no antes! (es decir, en tiempos de Jesús).

J. Schlosser, cuyo libro estamos siguiendo y comentando para todo este apartado del Dios de Jesús, señala (p. 160):

g[ El origen postpascual (es decir de la iglesia primitiva), si no directamente lucano de Lc 23,46 se ve confirmado por los siguientes hechos […]: a juzgar por 1 Pedro 4,19 (“De modo que, aun los que sufren según la voluntad de Dios, confíen sus almas al Creador fiel, haciendo el bien”), el Salmo 31,6 se utilizaba en las exhortaciones comunitarias (cristianas primitivas), y una plegaria análoga es la que pone Séneca en labios de Hércules moribundo (es decir, en boca de un héroe, imitable al menos en parte de su vida). Por tanto teniendo en cuenta estos datos la procedencia de Lc 23,46 (no de Jesús) sino del redactor lucano es muy verosímil. ]g

En síntesis y conclusión: nada puede sacarse del texto que comentamos a favor de la tesis de quienes defienden que al menos implícitamente existe en los evangelios apuntes que señalan la posibilidad de una filiación especial, divina, de Jesús.

Seguiremos el próximo día con el material especial del Evangelio de Mateo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Viernes, 23 de Enero 2009
Los Hechos como parte de la literatura apócrifa
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Concepto de Hechos Apócrifos

De las dos palabras de este epígrafe, Hechos y Apócrifos, conviene definir su contenido semántico. Es decir, debemos dejar claro su significado. El calificativo de “apócrifo”, derivado del verbo griego apocrýptō (apartar, esconder aparte, reservar), ha venido a reducirse en el uso más amplio a los libros paralelos de los bíblicos, pero sin el carisma de la inspiración. En este sentido los apócrifos del Nuevo Testamento son unas obras que incluyen en su clasificación evangelios, hechos, epístolas y apocalipsis. Con esta denominación se entiende que tales obras son paralelas a los libros bíblicos. Los evangelios tratan en alguna medida de los sucesos y personajes de los evangelios. Los personajes más representados son por razones obvias Jesús, María, José sobre todos. Los sucesos son los relativos a la concepción y nacimiento de Jesús y a su muerte y resurrección.

Después de los evangelios sigue el libro canónico de los Hechos de los Apóstoles, continuación del evangelio de Lucas. Los Hechos Apócrifos son en cierto modo una réplica, aunque con un tono distinto y un panorama nuevo. Los Hechos de Lucas hablan muy poco de los apóstoles y de sus hechos. Unas cuantas anécdotas, presididas por la presencia y la autoridad de Simón Pedro. Luego llega Pablo, cuyos viajes y ministerio ocupan una gran parte del libro. La piedad cristiana quedaba ansiosa de conocer detalles de sus vidas, de su personalidad y de su muerte. Y si dejamos al margen la muerte de Santiago, de ninguno más de narra el final. Del mismo “Santiago, el hermano de Juan”, sólo se cuenta que el rey Herodes le dio muerte por la espada” (Hch 12, 2).

Pero cómo eran, de qué hablaban, cuál fue el género de sus martirios, es decir, de sus testimonios, los Hechos canónicos son de unos silencios decepcionantes. Y de la misma manera que los evangelios apócrifos tratan de dar satisfacción a la piedad cristiana y aclarar elementos que no quedaban claros en los relatos canónicos, los hechos apócrifos repetían el intento por lo que se refiere a los discípulos o apóstoles de Jesús de Nazaret. Por ejemplo, el apócrifo sobre Pablo y Tecla ofrece una descripción física de la persona del apóstol de los gentiles, que luego influyó decisivamente en la iconografía del santo. El piadoso Onesíforo salió a esperar a Pablo fiado en los datos que Tito le había dado: “Bajo de estatura, cabeza calva, de piernas arqueadas, bien formado, cejijunto, de nariz prominente, lleno de gracia” (HchPlTe 3). Es el retrato robot que preside estas líneas.

Cuando el rey Abgaro de Edesa envió su emisario Ananías a Jesús, le dio órdenes estrictas para que se fijara atentamente y se informara detalladamente de Cristo, qué aspecto tenía, cuál era su edad, cómo eran sus cabellos, en una palabra, de todo (HchTad 2,2). De Bartolomé, persona conocida en los evangelios sinópticos por la noticia escueta de su nombre, tenemos un retrato detallado en el texto de sus Hechos Apócrifos. Hablaba un demonio a sus devotos para que se apoderaran del peligroso predicador y evitaran el desarrollo de su misión apostólica. Éstos son los datos abundantes de su aspecto físico y social:

“Los cabellos de su cabeza son negros y espesos, su tez blanca, los ojos grandes, las narices simétricas y rectas, las orejas cubiertas con el cabello de la cabeza, la barba luenga con algunas canas, de estatura media, no se puede decir que sea ni alto ni bajo. Viste una túnica de manga corta con ribetes de púrpura y se cubre con un manto blanco que tiene joyas de púrpura en cada uno de sus ángulos. Hace veintiséis años que sus vestidos ni se ensucian ni se deterioran. Igualmente, sus sandalias de largas correas, no envejecen ya desde hace veintiséis años. Cien veces al día, se pone de rodillas y ora a Dios; y cien veces por la noche. Su voz es fuerte como el sonido de una trompeta. Con él caminan unos ángeles de Dios que no le permiten ni fatigarse ni sentir hambre. Siempre tiene el mismo aspecto y el mismo ánimo. En todo momento, permanece alegre y gozoso; todo lo prevé, todo lo sabe, habla y entiende todos los idiomas de todas las gentes” (HchBart 2,1-2).

Hemos de reconocer que la piedad cristiana recibía gozosa tales noticias de sus héroes. La carencia de datos históricos se remediaba con detalles legendarios. Es verdad que estas obras van señaladas como “hechos” (práxeis), que en opinión de Isócrates eran el elemento constitutivo de la historia. Pero unas obras escritas varios siglos después de los sucesos narrados no podían reflejar otra cosa que leyendas imaginadas por mentes piadosas. Eran unos acontecimientos que, si no eran históricos en el sentido de sucedidos en la realidad, representaban la idea que los cristianos se hacían de sus maestros. Como dicen los italianos, “se no è vero, è ben trovato”, si no es verdad, queda bien.

Cuando Mario Erbetta habla de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles en general, distingue los cinco primeros grandes Hechos de los siglos II-III. Son los de Andrés, Juan, Pedro, Pablo y Tomás. Después del círculo primero que es la Sagrada Escritura, viene un segundo círculo concéntrico que son los cinco Hechos primitivos, los publicados en los dos volúmenes dados a la publicidad por Antonio Piñero y por mí mismo. El tercer círculo concéntrico es el de los Hechos Apócrifos posteriores, de los siglos IV en adelante, que verán pronto la luz.

De todos modos, como curándose en salud, M. Erbetta titula el volumen II de sus Apócrifos del Nuevo Testamento “Hechos y leyendas”. Pretende así dejar claro que el epígrafe de práxeis debe entenderse más como leyendas que como hechos. Ello no quita el que los Apócrifos puedan ser portadores de elementos históricos, válidos para un estudio del desarrollo del cristianismo.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Jueves, 22 de Enero 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

El texto que comentaremos brevemente es el siguiente:

« Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Jesús en la cruz, referido al pueblo judío en general y en concreto a los que lo crucifican). »

• El principal problema de este pasaje es que no se halla en los principales manuscritos del Nuevo Testamento: el Papiro 75, los códices Sinaítico, Vaticano, Claromontano, Freeriano, etc. Ya sólo este hecho lo hace sospechoso. Por ello, la edición usual, científica, del Nuevo Testamento griego (Nestle-Aland, edición 27 lo edita entre dos paréntesis cuadrados, lo que indica que los editores dudan mucho de su autenticidad).

• Otro argumento en contra es que si se elimina el texto, el pasaje de Lucas fluye con toda naturalidad. Con otras palabras: parece un añadido prescindible.

• El tercer argumento negativo es que no se explica que unas palabras tan excelentes de Jesús se hayan “perdido” en el resto de la tradición.

• Por último, la frase atribuida a Jesús es sospechosa porque se corresponde bien con la teología del evangelista Lucas, que insiste mucho en el perdón por parte de Jesús y en la ignorancia del pueblo judío respecto a la persona de aquél. No es extraño, pues, -se argumenta- que sea un añadido de la tradición de Lucas.

A favor se suele replicar que

• Que el tema del perdón a los enemigos es judío y en especial propio de Jesús, como es bien conocido (Mt 5,44; Lc 6,27)

• Que este tema mixto del perdón por parte de Jesús y de la ignorancia de los judíos respecto a la figura y misión del mesías Jesús aparece indirectamente en otros pasajes de la tradición, con lo que podría tratarse de un recuerdo auténtico de palabras reales del Jesús de la historia.

Los textos indirectos de apoyo para la historicidad son los siguientes:

Hch 3,17 (habla Pedro: “Ya sé yo, hermanos, que obrasteis por ignorancia [respecto a Jesús], lo mismo que vuestros jefes”); Hch 7,60 (habla Esteban antes de morir apedreado: “Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió”); Hch 13,27-28 (habla Pablo: “En efecto, los jefes del pueblo desconocieron [quién era en verdad Jesús] y lo condenaron… pidiendo a Pilato que lo quitara de en medio”).

Personalmente me convencen más los argumentos en contra que dudan, al menos, de la autenticidad. Por tanto, en caso de duda, lo mejor es no montar ningún argumento en pro de un sentimiento de una “filiación especial” por parte de Jesús, apoyándose en este pasaje.


En síntesis: tampoco el texto presente significa prueba alguna positiva en pro de la defensa de la tesis de que Jesús se creía un “hijo especial de Dios”, ya que hablaba tan familiarmente con Él y le pedía nada menos que el perdón.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Miércoles, 21 de Enero 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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